Antes de todo, sólo había oscuridad. Un vacío asfixiante en el que no había nada ni nadie. La mera presencia de algo consciente era impensable, de la misma forma que el que algo estuviera presente.
Lo negro, antaño, era el orden...
Hasta que el blanco llegó para librar la eterna batalla.
Un resplandor perturbó esa paz, y con ello, trajo consigo el inicio de las formas y los demás colores, ensuciando el, hasta ahora, perfecto negro... Contaminando el plácido silencio de la nada con ruidos varios, y perturbando la cómoda insensibilidad con incómodas y extrañas nuevas sensaciones.
—Ah, ya está despertando...
La reproducción de fonemas graves retumbaron sus oídos delicados, hace apenas pocos segundos de haber estado taponados. El manto oscuro decidió abrirse lentamente para darle paso a un destello insoportable que abrasaba las retinas de sus ojos cansados, mientras que un quejido se atascaba en su tráquea.
Pese al maltrato que recibió por parte de un cruento despertar o infame ambiente, luchó por moverse libremente, y alzó una mano para cubrir su visión sufrida. Pero hubo un imprevisto que casi hizo que dejar de suministrar oxígeno a sus pulmones...
Garras largas junto a escamas, numerosas y apagadas, características que, definitivamente, juraría debían estar presentes en su persona... O al menos, por lo poco que ella recordaba.
De pronto, afloró el miedo, su cabeza dió vueltas al activar por error un mecanismo de defensa denominado "alerta" al darse cuenta de que simplemente no podía recordar apenas nada de su persona. Simplemente resultaba aterradoramente frustrante el no saber nada sobre uno mismo, ni siquiera un simple nombre o apellido, la edad exacta o si tenía algún lugar al que ir...
—No, no... T-tranquilícese, por favor— habló de nuevo aquella voz desconocida, y no tuvo que buscar mucho con la mirada para encontrar a su propietario. Una figura de rodillas en el suelo, justo a su lado. —. Todo está bien, se encuentra en buenas manos.— tranquilizó a la criatura con una fingida quietud, intentando no alterarla más de lo que ya estaba. Aunque ésta, dadas las circunstancias y el caos que se desató en sus sienes, simplemente no podía ver hacia otro lado que no fueran esas manos...
Sus manos... Aquellas extremidades se le hacían familiares, pero no en un cuerpo ajeno. Descoloridas y desnudas, con uñas cortas y cinco dedos finos de diestra apariencia, las características básicas que tenía en las manos un ser humano.
—¿Dónde...— la voz de la criatura salió áspera, ronca por el desgaste, como si hace poco hubiera estado lanzando atronadores gritos... ¿Desesperación? ¿Tal vez de auxilio? Quizás la persona frente a ella lo supiera. Antes de poder acabar la pregunta, la chica rubia que tenía enfrente intuyó a lo que quería referirse, y se apresuró entonces a responder aguantando la necesidad de tragar saliva.
—... En nuestro vehículo... Te encontramos cerca de las ruinas del museo del viejo mundo.
Sólo en esa última oración hubieron conceptos que su pobre mente no lograba encontrarles ningún significado. Tal vez también los hubiera olvidado...
Quiso preguntarle algo más, pero por alguna razón empezaba a notar que su boca era difícil de abrir ahora que comenzaba a ser más consciente de sí misma… Intentó comprobar si era cierto eso, y se dispuso a abrir las fauces más allá de lo necesario para articular palabras, sólo para verse incapaz… Algo la retenía.
Llevó entonces sus garras a la cara y palpó algo duro que abrazaba su gran boca. Un bozal, uno metálico, cubría su hocico por cuestiones que no lograba comprender por el momento, y con los ojos ahora muy abiertos, temblorosos de desesperación, miró a la chica que permanecía a la par en busca de explicaciones, tan sólo para darse cuenta de que se había retirado un poco con la intención de hacer crecer la distancia. Desde lejos mantenía una mueca apretada y ojos preocupados, a la par que precavidos, tan sólo haciendo que el escamoso individuo se sintiera cohibido y se diera finalmente cuenta de que algo iba mal con todo esto.
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RECHAZADOS | ᴠɪᴇᴊᴏ ᴍᴜɴᴅᴏ
FanfictionLa vida nunca ha sido blanca o negra. Diferentes tonos de grises pintan el lienzo de nuestra moralidad, de nuestra forma de pensar y de las razones que mueven nuestras acciones. Está también presente en el cielo y en la tierra, en el horizonte y l...