En el corazón de los barrios bajos de Nueva Babel, donde las luces de neón parpadeaban como estrellas moribundas y el aire era tan denso que podía cortarse con un cuchillo, vivía Nathan "Neith", un hombre de 30 años con más cicatrices en el alma que en el cuerpo. Con una chaqueta de cuero desgastada y un cigarrillo perpetuamente colgando de sus labios, Neith era el tipo de persona que el mundo había olvidado, pero que no se permitía olvidar el mundo. Sarcástico por naturaleza, serio por necesidad, su vida era un constante juego de supervivencia en un lugar donde la miseria era la única constante.
A su lado, en la oscuridad de un callejón húmedo, estaba Victoria "Vex", una mujer de 25 años con una mirada tan afilada como la navaja que guardaba en su bota. Vex no era la persona más amigable, pero en un lugar donde la amistad era un lujo, ella prefería ser temida a ser subestimada. Su cabello, corto y teñido de un violeta metálico, reflejaba la luz de los anuncios de neón que brillaban sobre sus cabezas.
—¿Otra vez en problemas, Neith? —dijo Vex, con una voz que rezumaba desprecio.
—Si no estoy en problemas, no estoy vivo, Vex —respondió Neith, exhalando una nube de humo.
Junto a ellos, estaba Kid, un chico de 15 años que siempre parecía estar en el lugar equivocado en el momento justo. A diferencia de los demás en los barrios bajos, Kid tenía una sonrisa fácil y una mente que funcionaba a un ritmo vertiginoso. Un genio en un mundo que no sabía qué hacer con él, Kid era la persona que todos subestimaban, hasta que hacía explotar una consola de seguridad con un código que había inventado en su mente en cuestión de segundos.
—¿Qué? Llegué a tiempo como acordamos, además ustedes no me dejarían por fuera jamás, ¿verdad? —dijo Kid con una sonrisa mientras ajustaba sus gafas de realidad aumentada.
Neith resopló, una especie de risa seca.
—Sólo si nos hubieras dado una buena razón, chico.
El trío se encontraba en medio de una misión: infiltrarse en un complejo de alta seguridad controlado por una megacorporación conocida como "G.A.M.M.A." (Genetic Artificial Mind Machinery Augmentation). El plan era sencillo: entrar, robar la información, salir. Una tarea simple en planeación, algo más compleja en ejecución. Pero al final del día, robar era robar; todos están acostumbrados a quitar para sobrevivir en Nueva Babel.
—Vex, ¿estás lista para hackear la puerta? —preguntó Neith mientras se apoyaba contra la pared, observando cómo Vex sacaba un pequeño dispositivo del bolsillo.
—¿Estoy lista? —respondió ella con una sonrisa falsa y una mirada de desprecio—. Neith, ¿alguna vez has visto a un tigre dudar antes de saltar sobre su presa?
—¿Qué rayos significa eso? —Neith le dio una mirada de lado, su expresión inmutable.
—Que tú hagas lo tuyo y me dejes hacer lo mío —Vex rió entre dientes mientras conectaba el dispositivo al panel de control de la puerta—. No me extraña que no comprendas expresiones, un perro viejo como tú.
—Me llaman 'experimentado', niña. Y, Kid, si alguna de estas alarmas suena, tendrás que apagarla antes de que nos vuelen en pedazos.
—Relájate, Neith —dijo Kid mientras sus dedos volaban sobre su consola portátil—. Conmigo aquí, las alarmas se tomarán una larga siesta.
La puerta se deslizó silenciosamente, y el equipo se deslizó en la oscuridad del complejo. Pero, como siempre, nada era tan fácil. Tan pronto como cruzaron el umbral, las luces se encendieron y unos cuantos drones de seguridad se desplegaron del techo.
—Yo los noto muy despiertos —murmuró Neith mientras sacaba su pistola láser—. Jamás puedo ahorrar en municiones.
Mientras los drones rodeaban al equipo, Neith disparaba con precisión, Vex cortaba cables y Kid desactivaba sistemas de seguridad al mismo tiempo que hacía bromas sobre la inutilidad de los drones.
—¿Quién programa estos drones? ¡Es como si les pagaran por ser malos! —gritó Kid, riendo.
—Sí, Kid, ya sabemos que eres un genio, de seguro tú lo harías mejor —dijo Vex con un tono sarcástico mientras mantenía la mirada en los cables.
—Quizás GAMMA no paga tan bien como pensábamos —respondió Neith, esquivando un rayo láser como si de una pelota de tenis se tratase.
Finalmente, después de una batalla frenética, lograron desactivar los últimos drones. El silencio llenó la sala mientras se daban un momento para recuperar el aliento.
—Bueno, eso fue divertido —dijo Vex, limpiando el sudor de su frente.
—Sí, especialmente cuando casi nos convertimos en chatarra —añadió Neith con su habitual tono seco.
—Solo un día más en Nueva Babel —concluyó Kid, sonriendo de oreja a oreja.
El trío de inadaptados se dirigió a través de los estrechos pasillos de los barrios bajos, cargando el botín de información robado. A pesar de las dificultades, habían logrado su objetivo: acceder a una base de datos y tomar una copia de los planos del próximo diseño de producción de GAMMA, a nombre de los competidores de la industria.
Mientras Vex observaba por su monitor a las patrullas de la policía de Nueva Babel detenerse bruscamente alrededor del edificio, Kid terminaba su trabajo clonando todo en su equipo y Neith se pegaba a un lado de la puerta esperando cualquier movimiento fuera de la habitación. Era hora de salir de ahí.
Neith se detuvo frente a una de las puertas oxidadas que conducían a su escondite improvisado. La puerta se abrió con un chirrido, y el equipo entró en la pequeña habitación, donde una vieja mesa de trabajo estaba llena de herramientas electrónicas y cables desordenados.
—Vamos a ver qué tenemos aquí —dijo Neith mientras se sentaba frente a una consola con la información robada.
Kid se acercó, sus ojos brillando con anticipación.
—¿Y si encontramos algo que haga que todo esto valga la pena? Quizás un secreto que pueda derribar a GAMMA de una vez por todas.
—O tal vez solo robamos el plano de la siguiente serie de producción de tostadoras de pan —agregó Vex mientras ingresaba a la habitación con dos cervezas abiertas y una caja abollada de jugo de uva. Vex se dejó caer en una silla, cruzándose de brazos—. No me interesa derribar a nadie. Solo quiero asegurarme de que mi parte del trato esté cumplida.
Neith encendió la consola y la pantalla se iluminó con la cara de un obeso tipo con lentes oscuros y sudor brotando de su calva, casi tan brillante como su ostentoso traje de piel de cebra.
—Tenemos el paquete, quiero ver esa cuenta rellenarse de ceros —dijo Neith sin siquiera preocuparse por saludar.
El tipo en la pantalla se limitó a decir:
—Sabía que podía estar tranquilo, se les pagará en este instante —mirando fuera de la cámara y haciendo una seña con sus dedos.
Kid observó cómo la transacción había sido recibida exitosamente, dando el visto bueno con un pulgar arriba en dirección a Neith.
—Fue un placer hacer negocios —dijo Neith, antes de poner sobre la pantalla el pequeño dispositivo con la información, la cual se trasladó casi al instante al mismo modelo de aparato que poseía aquel individuo.
Sin más, la pantalla se apagó y los miembros del equipo celebraron juntando sus bebidas.
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Neon Shadows
Science FictionAdentrate a las profundidades de los barrios bajos de Nueva Babel, donde las luces de neón parpadean como estrellas moribundas, donde la esperanza es escasa y el riesgo es constante. Un tono adulto y un humor irónico que aligera la tensión, Sombras...