¿Qué herramientas tenia?

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Ninguna.
No sabía nada, aún así.
No sabia ni quien era, ni cómo me gustaba ser llamada.
No conocía mi propio cuerpo, estaba enferma, estaba débil y aún así, me rescate, yo me salvé.
Busque ayuda, baile, cante, reí, camine, me ejercite, me enoje y mucho. Me permite estar enojada y sentirme enojada.
Tome fotos a la comida, a atardeceres, a personas que me hacían sentir viva, fotografié absolutamente todo lo que me hacía sentir viva.
Con mis brazos también me abrace.
Con mis pies, me lleve a la primera cita a solas conmigo misma.
Con mi boca pedí un platillo que se volvió mi favorito.
Pague la cuenta.
Quise ser escuchada.
Con mis ojos me examiné, cada pequeña y hermosa parte de mi, que no había visto jamás y fue nuevo, increíble y sanador.
Con mis oídos, escuché nuevas canciones, canciones realmente hermosas.
Con mi estómago, digerí comida muy deliciosa.

Querida yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora