🎀1🎀

400 17 1
                                    

Mingyu deslizó su anillo de bodas sobre el primer nudillo de su dedo, y se detuvo mientras lo sostenía entre dos dedos. Las luces amarillas del estacionamiento se reflejaron en la banda de oro altamente pulida, brillando y centellando con los recuerdos de todas sus infidelidades. Su esposa estaba en casa, seguramente acurrucada frente al televisor mientras veía esos horrendos programas sobre crímenes reales. Según sus suposiciones, Mingyu estaba en una especie de club de strippers, buscando sexo sin compromisos—algo que ella no quería darle—con mujeres extrañas. Ella no estaba del todo equivocada.

Inclinándose, abrió la guantera y metió dentro su anillo. Se cerró con un fuerte golpe y un clic definitivo. Salió del auto, estiró los brazos sobre la cabeza y escuchó el sonido de su espalda al crujir. Estuvo sentado durante una hora en el coche, y aunque antes solía conducir durante largas distancias sin parar, ya se estaba haciendo mayor e incluso un viaje corto hacía que su cuerpo se pusiera rígido.

Sus ojos marrones oscuros se fijaron en el simple edificio negro. Lucía como un edificio más, carente de interés.

Sus ventanas estaban tintadas para que no se apreciara la luz a través de ellas, y no poseía el típico letrero neón parpadeante que anunciara lo que sucedía en el interior. No había ninguna señal que pusiera en evidencia las cosas perversas que sucedían en ese lugar. Ni un solo indicio de las cosas retorcidas que se llevaban a cabo en la oscuridad del establecimiento.

Era un lugar que se mantenía en el anonimato, y donde Mingyu podía utilizar otro nombre. Fingir que era alguien diferente. O tal vez dejar de fingir y permitir que su verdadero yo floreciera durante unas horas.

Con sus piernas gruesas y musculosas caminó sobre el asfalto hasta llegar a la pesada puerta de metal. Parecía un toro, dirigiéndose hacia su objetivo sin importarle quién se interpusiera en su camino. Esa era una clara señal de su época como futbolista. Cuando los jugadores caían debido a la fuerza de su choque, incapaces de luchar contra el impacto de su cuerpo ancho y robusto. A veces extrañaba esos tiempos. Pero la vida debía seguir, el tiempo pasó y las cosas habían cambiado.

—¿Identificación?

Un hombre alto, con un corte de cabello decente, y con un diminuto par de pantalones cortos de cuero negro y un arnés exquisitamente elaborado, estaba sentado detrás del mostrador con un gran libro de contabilidad. Su cabello era largo en el centro y corto a los lados, largos rizos castaños despeinados adornaban la parte superior de su cabeza. Mingyu lo reconoció.

Era uno de los novios del dueño del club; le gustaba ayudar... y bailar desnudo dentro de una jaula.

—Mmm. Aquí tienes —Mingyu se la pasó sin pensarlo. El hombre vestido de cuero copió cuidadosamente toda la información. Sabía por experiencia que al final de la noche todas esas páginas eran trituradas y tiradas, pero mientras estaban allí, necesitaban dicha información por razones de seguridad.

El hombre le devolvió su identificación.

—Hace mucho tiempo que no te veía por aquí —comentó, mirándolo. Se habían vuelto bastante amigables cuando Mingyu permitió que el hombre se familiarizara con él.

—Ya sabes cómo es —dijo con una sonrisa—. Pasaron muchas cosas que me impidieron venir.

—Ajá, pero ahora estás aquí —El hombre sonrió—. Y como dicen por ahí: las cosas buenas tardan en llegar.

Mingyu se rio, una risa apropiada y retumbante.

—Tienes toda la razón.

Una vez terminada la aburrida formalidad, Mingyu finalmente caminó hasta la puerta de al lado y entró al extenso club. Era un hermoso caos. El sexo y la lujuria casi podían sentirse en el aire, llenando sus pulmones cuando respiraba profundamente.

🎀kitty🎀 | mwDonde viven las historias. Descúbrelo ahora