¿por qué?

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Advertencia: Más de siete mil palabras.

Disfruten.


























—Mmm… Max, espera, detente.

Su novio siempre le ha repetido lo importante que era el consentimiento en la relación, cuando algo no parecía estar bien para él o para Max, ambos se detienen y se abstienen de continuar, pero ahora que Sergio separó brevemente su boca y susurró esas palabras, esperando que hicieran un efecto instantáneamente, no funcionó. Ni cuando apartó de un leve golpe la mano de Max, que estaba serpenteando por todas partes hasta bajar con claras intenciones hacia la zona sur de su cuerpo, se detuvo.

Imparable. Hambreado. Hay una necesidad voraz que lo tiene cegado y en control automático, cada uno de sus toques y caricias están hechos para calentar y fundir en llamas todo su ser, Max parece un hombre sediento que encontró la solución a su escasez en su boca y en su cuerpo, como si eso fuera detener la febrilidad de su mente y el celo casi animal que lo consume.

Sabe lo que Max está haciendo, quiere provocar cientos de reacciones al mismo tiempo y que su rostro lo plasme para poder grabarlo y guardarlo en algún rincón de su mente, que sea fácil de leer y así enaltecer su alma orgullosa y competitiva. El cabrón, con sus labios perfectos decorados con ese lindo lunar que tanto fascinaba a Sergio, sabe dónde atacar para tenerlo hecho un completo ser de nervios crispados y piernas tambaleantes, a su león le gusta presumir y jactarse en la privacidad de su recámara la cantidad de sonidos que le puede provocar con solo unos cuantos besos.

Está casi seguro que una vez que Sergio comience a gemir desconsoladamente, la sonrisa de Max se ensanchará y tendrá esa mirada de ganador que únicamente aparece cuando pasa la línea de meta.

Sus manos se resbalan de la camisa desarreglada de Max, es difícil deshacerse del fuerte agarre del rubio cuando estaba entre él y el colchón, además que era mucho más alto y pesado. Intenta apartar su rostro para al menos conseguir un respiro, sus pulmones arden y su pobre cabeza está casi hecha algodón, pero la boca de Max lo persigue y no parece querer detenerse en lo absoluto; el calor emerge al igual que su lengua enlazandose con la de Sergio, su cuerpo se mueve solo y Sergio no puede evitar jadear cuando siente la dura erección rozando su muslo.

No puede creer que solo unos besos tengan así a su novio —aunque él no era la excepción, estaba igual o peor. Quiere tanto satisfacer a Max, distraerlo para que no dirija sus manos hacia sus pantalones, si tan solo pudiera alcanzar el pene de su novio, podría hacerlo. Sin embargo, con Max encima de él, aprisionando lo, era imposible.

Iba a retomar nuevamente el beso y encontrar un momento de debilidad para voltear las posiciones, pero, repentinamente, una alarma sonó en su cabeza y toda su atención se dirigió justamente en dónde la mano de Max intentaba colarse en sus pantalones.

Sergio tembló ante ello y se levantó con tanta rapidez que golpeó la frente de Max con la suya y el calor del momento se disipó.

—¡Carajo!—exclamó el rubio, masajeando el punto donde recibió el duro golpe.

—Te dije que te detuvieras—Sergio parecía molesto, tenía el ceño fruncido y los labios, rojos e hinchados, aplanados. Al igual que Max, tenía un par de dedos intentando calmar el dolor en su frente, fue tan repentino que el dolor solo tardó algunos segundos en emerger.

—Perdón, Checo. No te escuché.

Por supuesto que no lo hizo, Max tenía oídos sordos para todo menos el ruido húmedo que sus labios estaban haciendo y el respirar entrecortado de Sergio, sumando el roce de sus ropas y el corazón latente ajeno. Quedó tan ensimismado que el ruego de su novio quedó en segundo plano, se sentía un poco imbécil ahora pero no pueden culparlo de estar tan enamorado de alguien tan lindo y caliente como Sergio.

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