Disparo

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Esa semana fue la más lejana que me había parecido, en los dos primeros días seguido terminaba vomitando, pero ya el sábado, era como si me hubiesen anestesiado las neuronas, ante los videos escabrosos que Augusto me mostraba. El filme cerraba con un hombre con la garganta abierta siendo lanzado a una zanja.

—Creo que vamos mejorando —comentó Augusto en tanto me desamarraba—. El lunes será el último día y será sin nada de esto —mostrándome los cintos.

Los acomodó en una mesa, luego prendió la luz, para acomodar el proyector en su lugar.

—¿No dices nada?

—¿Importa? —respondí.

—Con Javier eras una lora.

—Javier era entrenamiento físico, no diferente a lo que te pueden enseñar en una escuela de policía o militar, lo tuyo es diferente.

—¿Eso crees? —dijo con su sonrisilla detestable—. No lo creas, tanto a policías como militares le enseñan tortura, por si agarran o son agarrados como infiltrados. La única diferencia que existe realmente es que ellos tienen licencia para hacerlo. Y no vayas a creer esa mierda, de que es por defender la patria, tortura es tortura.

No dije nada, supuse que tenía razón y en verdad la tenía.

—Entiende esto como una enseñanza de la realidad. La gente estúpida que son guiadas como asnos y ovejas les encanta pintarle una careta de positivismo a todos. Realmente es lo que funciona para que los poderosos obtengan lo que quieren de ellos y cuando ya no les sirven los sacrifican.

—No todos deben ser así.

—Claro que lo son. A este lado, nos pueden llamar criminales o todos esos sinónimos que la gente ocupa, en su moralismo barato, siguiendo a una calaña que es peor. Porque al menos uno de esos lados se muestra tal cual es. Los demás se ocultan como buenos samaritanos. ¿Por qué no dicen nada de las grandes masacres? e inculpan a otro o ¿los ataques silenciosos con plagas de enfermedades que matan a millones?

—Siempre hay un disfraz.

—¿Así? ¿Cuéntame?

—Los grandes criminales siempre van a tener la fachada de gente digna, tú mismo lo dices, juegan en ambos bandos, indirecto y directo, por la ilusión de libertad y la influencia en la sociedad. Viene siendo un juego de monopolio o uno de ajedrez, puedes compararlo con el que quieras. El punto es probar quien tiene más poder, pero también necesitan un equilibrio para estar allí.

Augusto sonrió y volteó a ver al pequeño. Realmente ese escuincle tenía potencial para lo que su jefe lo requería. Si aprendía bien, llegaría a la cima de ese juego tan reñido.

—Muy buena descripción. ¿Te lo dijo alguien o lo dedujiste solo?

—En la clase de historia, los grandes políticos, reyes, emperadores, etc. prácticamente se rigen en eso. Incluso en tus videos lo he notado. Ha habido uno más largos que no se han centrado simplemente en la masacre. Uno de los líderes de las pandillas dijo que necesitaban de la rivalidad para mantener equilibrio, además de mantener quietos si quieres surgir un nuevo oponente. Aunque todo puede ser relativo a las circunstancias.

—Es bueno saber que lo notaste. Yo no doy puntada sin dedal, Alexander.

—Eso he visto, vas directo a conseguir tus objetivos.

—Exactamente. Voy a entregar un diamante bien pulido al jefe.

—Sí, todos se esmeran por complacerlo. ¿Es normal que le tengan tanto miedo?

Otra sonrisa. Terminó de guardar y salimos de esa habitación quedando en el salón de karate.

—En su mayoría es miedo, otra lealtad, pero algo que sí es seguro, es porque sea cual sea de los puntos anteriores, es porque obtenemos un beneficio.

Entrenando A un Futuro MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora