El Arma

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No podía apartar la mirada del objeto en la mesa, hasta que la logré desviar al rostro de Javier, el que me sonrió con descaro. Caminamos hasta el mueble, el color del arma era negra.

—Son glock —dijo señalando el arma—. Esta es una glock 25 y esa —señaló las piezas—, es una glock 40.

Mi vista fue de mi entrenador a lo que me mostraba, no podía creerlo. Definitivamente, ellos estaban rompiendo todo lo que me habían enseñado; es decir, a mí ni siquiera me habían dejado agarrar un cuchillo. Ja, claro, pero ahí solo estaba viendo el inicio de todo lo que me esperaba.

—Alexander, más te vale quitar esa cara de estúpido de mierda. Concéntrate —soltó con cierta irritación Javier—. Te voy a enseñar cómo se llama cada pieza, como armarla y desarmarla.

—No se ve fácil.

—Para nada, es sencillo. Solo pon atención, recuerda que esto solo es el inicio.

Apreté mis labios, era un gesto que hacía cuando algo no me gustaba, pero qué más daba, ahí no tenía opciones.

—Ok.

—Pon atención, mocoso —soltó, tomó el arma en la mano—. Es una glock 25, su calibre es 380, a qué me refiero con calibre, es al diámetro interno del cañón de un arma de fuego, o el diámetro de la bala que se dispara desde ella. ¿Entiendes?

Mi cabeza lo resumió a: es el tamaño de la bala de la pistola, así que sí, había entendido, por lo que asentí a su pregunta.

—Bien. Estas tienen un sistema de tres seguros. Hay gente estúpida que cree que esta clase de armas no tienen seguro, pero sí los tienen —jaló la corredera—. Como vez está descargada, esto que jalé se le llama corredera, esta punta alzada que vez aquí se llama punto de mira frontal, esto es la placa de retención de la corredera —Javier iba señalando cada parte externa del arma.

Mis ojos estaban atentos a lo que sus manos señalaban y mis oídos trataban de no dejar de captar cada palabra.

—¿Vas entendiendo?

—Sí.

—Escúchame, renacuajo. Cada cosa que te estoy explicando te lo voy a preguntar. Todo lo que haga tú lo harás después, así que pon mucha atención, cabroncito. No me hagas perder mi tiempo, así que si alguna mierda no entiendes pregunta.

Las primeras veces, había sido una odisea para mí, el entender el vocabulario vulgar, aun me parecía desagradable, pero ya entendía a lo que se refería.

—Sí te voy entendiendo.

—Eso espero —continuó con su explicación—. Si quieres desarmarla, lo primero es quitar la corredera y para hacerlo el gatillo debe estar accionado, así —y presionó este hasta que hizo un leve clic—. Ahora jalas la corredera —la hizo hacia atrás y luego un poco hacia delante—. Antes de quitarla del todo, tienes que bajar el bloqueo de esta haciéndola un poquito para atrás.

Sacó la famosa corredera, dentro se percibía algo como un resorte que según lo que dijo Javier era el de recuperación. La verdad, mi entrenador sabía mucho de esas tales glock, me explicó paso por paso hasta que el arma quedó igual de desarmada que la otra. Luego la 40 empezó a armarla. Me dijo que de esas armas había varias numeraciones.

Cuando me puso a mí por primera vez, tuve varios equívocos a lo que Javier se exasperaba arrebatándome las cosas para hacerlo él, o me gritaba. Me dijo que si no armaba y desarmaba una como mínimo sin decirme no me iba.

Terminé casi a las siete de la noche, las manos las tenía llenas de rasguños y pequeñas cortadas que me había echo con las piezas de las armas. Aun así, cuando logré mi cometido me sentí aliviado.

Entrenando A un Futuro MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora