-11-

57 7 16
                                    

"El libro que estás leyendo es una adaptación. La obra original pertenece a @Diother_Lu y puede hallarse en Wattpad y a la venta en Amazon (en formato físico y digital), donde está completa."
🚨🚨🚨🚨

☢️☢️☢️Contenido explícito ☢️☢️☢️

—Bien, a ver ¿Con qué debería empezar? ¿Placer o dolor? —mi rostro palidece cuando lo veo mirar la pared del fondo con su mano en la barbilla, pensativo.

No puedo discernir bien todos los objetos, pero igualmente puedo verlos, colgados en la pared y con esos aspectos tan amenazantes y a la vez refinados. Pasa sus manos sobre los látigos haciendo sonar el cuero de sus colas. El resto de cosas no tengo muy claro que son o para que sirven, pero prefiero no averiguarlo.

—Empezaré con el dolor. Darte placer mientras tienes ese anillo puesto será más desesperante que hacerte sufrir, así que reservaré eso para lo último. —piensa en alto; mientras, yo estoy aterrado, pegado a la puerta a más no poder con la esperanza pueril de poder atravesarla si lo deseo con las suficientes fuerzas.
Veo que se agacha para alcanzar algo y acércarlo.

—Ponte aquí. —ordena distraídamente, mientras sigue mirando ese gran expositor de aparatos de tortura y se debate entre los diferentes instrumentos.
Me acerco al objeto y me siento algo tranquilo al encontrarlo ciertamente familiar. Es uno de esos potros de madera que saltaba cuando era más joven, durante la época en que mi padre nos entrenaba físicamente tanto a mí como a mi hermano, pensando todavía que yo valía para luchar además de planificar; años después descubriría que tenía como hijos a un guerrero y a una decepción que, por lo menos, no era mala estratega.

Este potro es algo diferente, aunque es un poco más alto de lo acostumbrado pues me llega unos centímetros más arriba de la pelvis, el detalle que más llama mi atención es la parte inferior de las patas de madera. Son más robustas que unas normas y de ellas sobresalen correas ajustables para tobillos y muñecas.

—¿A qué esperas? —pregunta, estando de espaldas a mí. No puedo ver sus ojos y él no puede verme a mí, pero sabe que no estoy obedeciendo con presteza y eso me inquieta.
Trato de no buscarme más problemas de los que ya tengo —bien merecidos, por cierto— y me tumbo sobre la madera forrada de cuero. Mi tripa se contrae por el frescor del material y trato de respirar despacio y hondo. Sería rotundamente estúpido de mi parte morir de un infarto ahora.

—Quédate ahí, pronto escogeré con qué golpearte primero. —asiento lentamente, notando mi cuello entumecido y tenso. Todo mi cuerpo está tieso como el esparto y él disfruta evidentemente de mi temor.
No hay necesidad de que piense en alto, sé que el único motivo por el que lo hace es porque fuera de su cabeza sus pensamientos van a causar más temor que dentro. Se voltea con tranquilidad y da una vuelta a mi alrededor, observándome simplemente.

Tomándose su tiempo porque sabe que para mí cada segundo es una tortura y para él la eternidad no es nada. Mientras me rodea pasa una mano por mi espalda, la desliza suavemente y llega al final de ella.
No se detiene, acaricia el principio de mi trasero y sus dedos se desvanecen trazando el camino entre mis nalgas. Todo mi cuerpo se tensa por lo que su caricia insinúa.

En la tercera vuelta que da me ata las manos y tobillos a las patas de la estructura de madera. Una gran zozobra crece en mi corazón, emponzoñando mi mente con pensamientos catastróficos. Sé que estoy inmóvil, que voy a ser castigado y que el hombre que lo hará no es mi amo y no será compasivo.

Tengo ganas de llorar y odio lo mucho que mi cuerpo responde ante esta clase de estímulos; al menos en esta posición él no puede saber que estoy excitado, pero mi erección queda atrapada entre mis piernas y la esquina del potro, por suerte redondeada, así que es doloroso.

Órdenes y desorden***adaptación***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora