"el peso de una eleccion"

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Durante el transcurso de las clases, Sasha no podía apartar la mirada de la ventana. Sus pensamientos se perdían en una maraña de inquietudes, girando en torno a lo que había discutido con la directora. Aunque Lorelei solo le había pedido que la contactara cuando encontrara al zorro, algo en la conversación no le terminaba de cuadrar. Esa sensación de que le ocultaban algo la molestaba profundamente, pero la oferta que le había hecho la directora era algo que no podía ignorar, ni por ella misma ni por sus hermanas.

A lo largo de las lecciones, Sasha parecía estar en automático. Sus pensamientos estaban tan alejados de lo que ocurría en clase que ni siquiera notaba cuando los maestros se dirigían a ella. Algunos profesores, al percibir su distracción, le hacían preguntas sobre el tema en discusión. Aunque Sasha respondía sin ninguna dificultad, demostrando un conocimiento impresionante a pesar de su aparente desconexión, su mente no estaba realmente en el aula. Los maestros, sorprendidos, solo le pedían que prestara un poco más de atención antes de continuar con sus clases.

Finalmente, el timbre que marcaba el final del día escolar sonó, y Sasha comenzó a guardar sus cosas en su mochila. No había pensado que volver a la secundaria sería así; parecía que tenía más cosas en mente que cuando estaba trabajando y viviendo por su cuenta. Mientras lo hacía, Alicia y Emily se acercaron a su pupitre con sonrisas en sus rostros.

—No pensé que en verdad fueras tan estudiosa —comentó Alicia con una mezcla de sorpresa y burla—. Con lo mucho que juegas videojuegos, creí que serías más... tonta.

Sasha dejó escapar una pequeña risa, respondiendo con una expresión que reflejaba más cansancio que diversión.

—Qué graciosa, Alicia. Es conocimiento básico —dijo mientras cerraba su mochila—. Solo tengo esta apariencia, pero aún conservo todo lo que he aprendido.

Emily, quien se había mantenido en silencio, miró a Alicia con una ligera sonrisa antes de dirigir su atención a Sasha.

—Es hora de irnos. ¿Qué te parece si... después de eliminar a unos monstruos... vamos a comer a mi casa? —propuso Emily, intentando animar a su compañera—. No hay nadie, y en la casa de Alicia también llegan tarde.

Sasha miró a ambas chicas, agradecida por la invitación, pero sintiendo una creciente presión en su pecho.

—Lo siento, tengo algo que hacer —respondió, tratando de mantener un tono neutral.

Alicia frunció el ceño, preocupada.

—¿Es por lo que hablaste con la directora? ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Acaso es algo malo?

Sasha bajó la mirada, dudando por un momento si debía contarles la verdad. Sus amigas no tenían por qué verse involucradas en algo que no les concernía directamente. Además, si algo salía mal, prefería cargar con las consecuencias sola. Finalmente, tras un breve silencio, decidió que era mejor no decirles nada.

—Nada importante... Lo siento, pero tengo algo de prisa.

Sin esperar una respuesta, Sasha tomó sus cosas y se marchó del aula, dejando a Alicia y Emily intercambiando miradas confusas.

Mientras caminaba por los pasillos de la escuela, Sasha sentía un nudo en el estómago. No quería mentirles a sus amigas, pero tampoco podía arriesgarse a involucrarlas en algo tan serio. Al salir del edificio, sacó su celular y comenzó a redactar un largo mensaje de texto a sus padres. No los había visto en mucho tiempo, y ahora, si la vieran, probablemente no la reconocerían.

Les preguntó si se encontraban bien, cómo iban sus hermanos en la escuela y si todo estaba tranquilo en casa. A pesar de que no era un mensaje urgente, era lo más normal que podía hacer para sentirse conectada en medio del caos que inundaba su vida.

Con cada paso que daba hacia su departamento, su mente seguía trabajando a toda velocidad, analizando y repensando cada detalle de la conversación con Lorelei. La directora había sido clara en sus palabras, pero Sasha no podía evitar sentir que había algo más, algo que le estaban ocultando.

Cuando finalmente llegó a su pequeño departamento, abrió la puerta con un suspiro y dejó caer su mochila al suelo. Se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua, tratando de calmar sus nervios. Mientras bebía, su teléfono vibró con una notificación. Sus padres habían respondido, enviándole un mensaje breve pero lleno de cariño. Sus hermanas estaban bien, y todo en casa parecía normal. Esa pequeña confirmación le dio un momento de alivio.

Se sentó en la mesa del comedor, mirando el anillo que llevaba puesto. Ese pequeño objeto, aparentemente insignificante, era la clave de todo el caos que ahora inundaba su vida. Recordó las palabras de Lorelei: "Tomaré eso como un sí. Verás, necesito buscar al dueño o creador de esto." Sasha sabía que no podía simplemente ignorar la oferta de la directora, pero también sabía que aceptar significaba involucrarse en algo mucho más grande de lo que había anticipado.

Después de unos minutos de reflexión, sacó los documentos que había recibido y los extendió sobre la mesa. Las hojas estaban llenas de datos falsos, una nueva identidad que la desconectaba de su verdadero yo. Sasha no podía evitar sentir un escalofrío al pensar en lo fácil que Lorelei había manipulado su situación, ofreciéndole una salida que, aunque tentadora, parecía tener un costo más alto de lo que estaba dispuesta a pagar.

—¿Qué debo hacer...? —murmuró para sí misma, perdiéndose en sus pensamientos una vez más.

Las palabras de Lorelei resonaban en su mente: "Puedo hacer que la vida de tus hermanas sea mucho más fácil. Piensa en su futuro. No es solo una oferta para ti, es una oportunidad para ellas también." Sasha sabía que tenía que tomar una decisión, y rápido. No podía permitirse el lujo de esperar demasiado, especialmente cuando el bienestar de sus hermanas estaba en juego.

Mientras pensaba en eso, se dijo para sí misma: "Quizás solo estoy sobrepensando las cosas." Tal vez lo que había dicho la directora era verdad, y simplemente buscaba a ese zorro igual que ella. Si podían buscarlo juntas, podría dejar todo atrás. Finalmente, tras lo que le parecieron horas de deliberación, Sasha tomó una decisión. Guardó los documentos en una caja y se levantó de la mesa. Se preparó para darle la respuesta a la directora al día siguiente. Terminó sus tareas del día y se preparó para dormir.

A la mañana siguiente, Sasha se levantó temprano para darse una ducha. Después de unos minutos, se puso su uniforme y se arregló para ir a la academia. Justo cuando se acercaba a la puerta para irse, se detuvo al escuchar que alguien tocaba el timbre. Miró por la mirilla de la puerta y vio a sus padres. Habían venido a visitarla.

—De todos los días, ¿tenían que elegir hoy? —murmuró para sí misma.

Miró preocupada por la puerta, buscando alguna salida. Podría usar su magia para saltar por la ventana, pero mientras lo pensaba, sus padres abrieron la puerta con las llaves de emergencia que les había dado. Al ver eso, Sasha corrió hacia el baño y se encerró.

—No... ¿Qué hago? ¿Qué hago? —empezó a murmurar para sí misma, entrando en pánico.

Finalmente, Sasha dejó escapar un suspiro, tratando de calmarse. Si iba a pasar, era mejor enfrentarlo de una vez y evitar problemas en el futuro. Con esa resolución, salió del baño y se dirigió hacia la cocina, donde escuchaba a sus padres. Se detuvo en el umbral, mirando a sus padres que la observaban con ojos llenos de sorpresa.

El silencio en la habitación era incómodo, cargado de preguntas y emociones que ninguno de los tres se atrevía a expresar todavía.

¡como que soy una Mahō shōjo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora