Falda.

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Una tela suave y hecha de seda acaricia mis muslos. Los silbidos me sorprenden, inmaduros sonidos chocan mis pensamientos.

Sucias palabras en mí, no es mi culpa vestir así, no es mi culpa ser libre.

Miro hacia delante, miro a todos lados, dandome cuenta que están todos posando mi visita en mí.. Como si hubiera hecho algo malo.

Me siento sucia, me siento asqueada, sus orbes me recorren y no me dejan en paz.

La tela de seda es obligada a bajarse, es algo ineludible a obedecer.
Estoy ahí, mi falda en mis manos, mi pequeña y corta falda destruida por culpa de los sonidos que se hicieron más cercanos a mis oídos.

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