En una pequeña escuela urbana de Lima, Perú, Duxo se destacaba como uno de los estudiantes más brillantes, al menos según la mayoría de sus compañeros y profesores. Dotado de una mente aguda y una pasión innata por el conocimiento, se autodescribía como una persona curiosa a la que le gustaba indagar sobre todo tipo de cosas. Pero detrás de la fachada de niño prodigio, Duxo albergaba una compleja maraña de sentimientos encontrados.
A pesar de ser respetado y admirado por todos, Duxo sentía que esa admiración era una fachada, una ilusión de la que a veces se beneficiaba y otras veces desconfiaba. Cada mañana, antes de salir de casa, se miraba en el espejo, no tanto por vanidad sino para intentar desentrañar cómo lo percibían los demás. Su mirada se cruzaba con el reflejo de un niño que, aunque rodeado de elogios, dudaba de su propio valor. Aunque era su primer día de clases en tercer grado, no se sentía preparado para dar ese paso hacia adelante. La verdad era que el peso de las expectativas ajenas lo abrumaba, y ese primer día en realidad era un reflejo de sus propias inseguridades.
"¿Estás listo para el primer día de clases, cariño?" le preguntó su madre con una sonrisa entusiasta al verlo vestido para la ocasión. Él solo suspiró y asintió con una sonrisa forzada. Después de un beso de despedida, su madre le deseó suerte, llamándolo "pequeño genio". Para Duxo, el apodo era una carga más que un cumplido. Se sentía atrapado en una imagen idealizada de sí mismo que no lograba satisfacer por completo. Aunque sus compañeros lo veían como un modelo a seguir, él no podía dejar de pensar que el aprecio que recibía era una máscara para ocultar una verdad más dolorosa: su propia percepción de mediocridad.
En el camino hacia la escuela, mientras avanzaba con pasos firmes pero vacilantes, murmuraba para sí mismo: "Todos son mediocres. Yo al menos soy menos mediocre que los demás". Era una afirmación que le servía de consuelo, una manera de reforzar su autoestima frente a un mundo que parecía constantemente desmoronarse bajo sus pies. Echaba de menos caminar con su amigo de infancia, Tommy, pero él ya estaba en la universidad, inmerso en un nuevo ciclo de vida que parecía estar cada vez más distante de sus propias experiencias.
Al llegar a la escuela y ubicarse en su nuevo salón, se colocó en la primera fila frente al pizarrón, una estrategia deliberada para evitar repetir los errores del año anterior. Mientras esperaba que comenzaran las clases, observaba a sus nuevos compañeros con una mezcla de curiosidad y desdén. Algunos se sorprendieron al verlo y le preguntaron por qué no había obtenido la beca como los otros dos estudiantes destacados. La pregunta lo hizo sentir incómodo, como si estuviera desvelando una herida oculta.
"Mi familia no quiso que aplicara para la beca. No la necesitábamos", mintió Duxo con un tono que no lograba ocultar el pesar. Su propia mentira le pesaba, y sabía que no era más que un intento de escudar su ego herido. Recordaba claramente el día de la prueba para la beca, el esfuerzo y la dedicación que había puesto en cada pregunta, especialmente en la sección de matemáticas, donde sus dificultades con los números y su dislexia lo habían frenado. El fracaso en esa prueba no había sido solo una derrota académica, sino un golpe a su autoimagen.
El rechazo de la beca se convirtió en una sombra persistente que lo seguía. Sus lágrimas frente al ordenador al ver que su solicitud había sido rechazada eran una manifestación de una tristeza profunda y multifacética. Se sentía atrapado entre el deseo de ser mejor y la realidad de sus propias limitaciones. Sabía que su procrastinación y su falta de preparación habían contribuido al fracaso, pero en su corazón también sentía que el sistema estaba lleno de injusticias.
A pesar de que su familia tenía los recursos para postularlo a una universidad prestigiosa, el rechazo lo había golpeado duramente. El contraste entre lo que podría haber sido y lo que realmente era alimentaba un sentimiento de derrota. Reflexionaba sobre las historias de otros estudiantes brillantes que también habían sido rechazados, intentando encontrar consuelo en la idea de que su fracaso no era único, sino parte de una narrativa más amplia de desilusión.
ESTÁS LEYENDO
Juntos Otra Historia Nace /DUXINO - DUXO X AQUINO
AdventureExisten dos versiones para todo.... Duxo sabe que debe lidiar con su Creciente amor por Aquino. En la guerra y amor todo vale