Paulo estaba acostumbrado a llegar a su casa y que no hubiera nadie, podía ver en el amplio comedor a su amado perro Loki tirado sin prestarle atención, ni siquiera se había dado cuenta de que su humano había entrado a la casa. Dejó las llaves en la pequeña mesita al lado de la puerta y subió las escaleras hacia su habitación, no le tomó mucho llegar ya que era la primera del segundo piso de su casa.
Una vez que ingreso cerró la puerta, a pesar que nadie iba a molestarlo, arrojó su mochila a un costado de su cama, el cual era un completo desastre, de esos que cada vez que lo veía, podía escuchar a su madre gritándole que era un pendejo desordenado y que si no fuera por ella su cuarto sería un gran nido de cucarachas y ratas.
Pero a él poco le importaba lo que su mamá podría decir de cómo a él le gustaba tener su cuarto, solo le importaba cuando tenía visitas de noche, de su padrastro Lionel. Su padrastro era entrenador en un equipo infantil pero a su vez profesor de gimnasia en varias escuelas, su madre y ese hombre se habían conocido cuando el mayor fue profesor suplente del más chico, cuando tenía unos 8 años, en la escuela primaria.
Su madre no había perdido el tiempo, le había sido infiel a su papá con ese hombre y en menos de 8 meses lo tenían viviendo en su casa, aunque al principio lo detestaba, porque llegó para destruir su familia feliz. No sabía que su supuesta familia feliz era una vil farsa de ambos, su padre tenía una amante en el trabajo, como a su vez tenía un hijo de con esa puta como le gustaba llamarla a su mamá, cada vez que hablaba de ella.
Ahí estaba tirado en su cama con 18 años cumplidos hace poco, descansando luego de sus clases en la universidad que estudiaba lo mismo que ese hombre que había llegado a querer, lo queria mas que la necesidad de respirar, cada vez que lo veia sus piernas temblaban como si fuera una colegiala que veía al hombre de sus sueños. Pero debía sacudir su cabeza para borrar cualquier pensamiento subido de tono con ese hombre, ya que era el esposo de su madre.
Lionel con 47 años era un hombre que se llevaba el suspiro de mujeres y varios hombres tambien, un cuerpo bien trabajado debido a la cantidad de deporte que realizaba todos los días, se había acostumbrado muy rápido a la dinámica familiar con Elisa su esposa de 50 años y su hijo que ahora era un estudiante. Debido a su trabajo ella viajaba mucho en este último tiempo, había varios días de la semana que la pasaba solo o preparando sus clases, saliendo a correr o incluso se había encontrado mirando a Paulo cuando él entrenaba o ejercitaba como tambien cuando jugaba a la pelota con su grupo de amigos, lo miraba como si fuera un pequeño conejo de hermosos ojos verdes, al cual quería comer o con el cual quería jugar.
Sus miradas se habían encontrado tantas veces que era imposible de contabilizarlo, siempre terminaba por bajar su mirada Paulo sus hermosos ojos verde no se sentían merecedor de los ojos color miel oscuro de Lionel. Esa mirada la encontraba demasiadas veces, sentía que intentaba descubrir algo de él, lo cual no sabia que era, pero que le encantaría encontrarlo con la ayuda del mayor.
No era secreto su orientación sexual era gay desde los 15 años, todavía recuerda el día que decidió contárselo a la familia, su madre había hecho un escándalo enorme fue tal que incluso le dio un golpe al Paulo e incluso quiso echarlo de su casa. Por suerte su padrastro intervino y llevó a la señora a la habitación de ellos.
El segundo piso de esa casa era un circo de gritos y llantos de Elisa, la cual le gritaba a su marido que su hijo era un enfermo, que estaba mal, que iba a pensar la gente de ellos ahora con esto que había dicho el menor.
Incluso mientras Paulo subía lentamente por las escaleras con su mejilla roja, sus hermosos ojos verdes con lágrimas, pudo escuchar algo que dijo su mamá, mientras hablaba con Lionel, el cual al haber dejado la puerta algo abierta podía verlo parado tratando de calmarla.
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Mi Hombre
FanfictionPaulo vive con su familia su mama y su padrastro Lionel, del cual lleva enamorado mucho tiempo.