Capítulo 3: Ecos del Misterio

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Habían transcurrido algunas 3 semanas desde que Kai y Elara habían iniciado sus entrenamientos. Elara se despertó de golpe, su corazón latiendo con fuerza. Había tenido un sueño extraño, casi real, en el que se encontraba sola en medio de un campo de flores marchitas. Las Crisálidas de Tiempo flotaban a su alrededor, susurrando palabras que no podía entender. La sensación de peligro era palpable, pero lo más inquietante era la figura encapuchada que la observaba desde la distancia, sin rostro, sin forma... solo una sombra.

Al abrir los ojos, la oscuridad de su habitación la envolvió. La tenue luz de las velas parpadeaba, proyectando sombras inquietantes en las paredes de piedra. El aire estaba cargado, como si algo más estuviera presente en la habitación. Elara se sentó en la cama, intentando calmar su respiración. Se repitió a sí misma que solo había sido un sueño, pero algo en su interior le decía que había más detrás de esas imágenes.

Esa mañana, durante el entrenamiento con Kai, el ambiente era extraño. Kai notó que Elara estaba más callada de lo habitual, pero antes de que pudiera preguntarle al respecto, fueron interrumpidos por un sonido agudo que resonó en toda la Torre. Los dos se miraron, la preocupación evidente en sus rostros.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Kai, sus ojos buscando alguna explicación en la sala de entrenamiento.

—Sí... no es la primera vez que lo oigo —respondió Elara, su voz en un susurro—. Lo escuché anoche, y también la noche anterior, pero no quería preocupar a nadie.

El sonido se repitió, esta vez más fuerte, seguido por un crujido que parecía provenir de las profundidades de la Torre. Ambos sabían que algo andaba mal, pero antes de que pudieran moverse, la sala de entrenamiento se oscureció. Las llamas de las antorchas parpadearon y luego se extinguieron, sumiendo el espacio en una penumbra inquietante.

De repente, una ráfaga de aire frío recorrió la sala, helando la piel de Elara y Kai. Elara sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral cuando una figura sombría apareció en el borde de su visión. Era la misma figura encapuchada de su sueño, observándolos desde las sombras.

—¿Quién está ahí? —demandó Kai, su voz fuerte y desafiante, aunque una nota de miedo se filtró en su tono.

La figura no respondió. En lugar de eso, extendió una mano huesuda hacia ellos, y en ese momento, Elara sintió como si el tiempo mismo se detuviera. La sala a su alrededor comenzó a distorsionarse, los objetos flotando lentamente en el aire, como si estuvieran atrapados en una corriente temporal.

—Kai, esto no es real —murmuró Elara, intentando aferrarse a algo que la anclara a la realidad. Pero cuanto más lo intentaba, más se desvanecía todo a su alrededor.

La figura encapuchada se desvaneció tan rápido como había aparecido, dejando a Elara y Kai en medio de una sala que parecía ahora completamente ajena a ellos. Las paredes, antes de piedra firme, estaban cubiertas por una sustancia negra que se movía, casi como si estuviera viva.

—Elara, ¿qué está pasando? —preguntó Kai, su voz llena de desesperación mientras trataba de entender la distorsión de la realidad que los rodeaba.

Antes de que Elara pudiera responder, una voz profunda y resonante llenó la sala, pero no provenía de ningún lugar en particular. Parecía emerger desde el mismo aire, desde las sombras que se habían reunido alrededor de ellos.

—El destino de Chronis está sellado, jóvenes guardianes. El reloj de las almas ya no está bajo vuestro control. Los Guardianes Oscuros despertarán y su poder será absoluto.

Elara sintió cómo la desesperación comenzaba a apoderarse de ella. Había algo en esa voz que era innegablemente cierto, algo que resonaba con la oscuridad que sentía dentro. Pero no podía permitir que esa desesperación la venciera, no cuando todavía había tanto en juego.

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