Sexta Ronda: Cuando El Sol Sale

21 5 0
                                    

"¡Atiéndanlos a todos aquí, rápido!" Las enfermeras corrían de un lado a otro buscando resguardar a los dioses heridos durante la gigantomaquia. Las deidades consideradas débiles para ir a la guerra ayudaban en los primeros auxilios y ofreciendo refugio como fortaleza. "Que lleven a los dioses celtas de inmediato a la sala de cirugía y una transfusión a los pacientes de la habitación maya."

《Higiea | Grecia》

"¡Jefa enfermera!" Una de las jóvenes enfermeras corría alarmada. "Es una calamidad." Se postró ante la griega. "Los gigantes están por llegar aquí, nos aniquilarán a todos."

《Eir | Nórdica》

"¡No puede ser!" La mujer no sabía qué hacer. "Se supone que la ubicación de este lugar era secreta para proteger a los heridos." En el horizonte se podían ver siluetas negras que contrastaban con la noche. "No tenemos la fuerza para enfrentarlos, cuando lleguen será nuestro fin..."

Caminando como si no hubiera mal alguno, una mujer llamó la atención de todas las enfermeras. En sus manos tenía un espejo y solo dijo algo:

"Cierren las puertas hasta el amanecer."

Durante toda la noche se escucharon ataques y luchas campales. Todas las enfermeras tuvieron miedo de salir. Algunas decían que la diosa había muerto, mientras otras decían que era imposible, porque la pelea no había terminado.

Tres horas antes de que el sol saliera, no se escuchó nada más. Al principio, el miedo invadió, pensando que los gigantes habían ganado. Con el pasar de los minutos, una tranquilidad incómoda se apoderó de todos. ¿Por qué los gigantes no han cruzado la puerta si han vencido? ¿Acaso la diosa había muerto? En algún momento, las puertas se abrieron solas.

Los primeros rayos de sol se posaron sobre la mujer que descansaba sobre los cuerpos de los gigantes. Ninguno había sobrevivido a la brutal batalla donde ninguna herida tocó a la deidad.

"No se preocupen por mí, no tengo herida alguna que deban atender", dijo mirando a las diosas enfermeras. "Ustedes sigan recibiendo a los heridos y tratándolos." Bajó del gigante antes de que se cristalizara. "Yo me encargaré de que los gigantes no se acerquen aquí."

"Diosa Amaterasu, ¿por qué no fue usted a la guerra? Seguro habría derrotado a cientos de gigantes."

"¿Y quién los protegería a ustedes si yo no hubiera estado aquí? Soy la gobernante de Japón, la máxima deidad de ese panteón, es mi deber proteger nuestra divinidad." Ante los ojos de todos, era como si el sol saliera solo para iluminarla. "Cada vez que el sol salga, yo habré de vencer."

XXX

"No hemos dado ningún golpe y ya estamos perdiendo."

"Es impresionante. Encuentra debilidades en mis habilidades casi al instante. Ahora estoy ciega de un ojo." Pensó un momento. "¿Crees que puedas resistir para un nuevo ataque?"

"Ya llegamos al punto donde la espada está al rojo vivo." Señaló el arma, que no era más que su propio cuerpo. "Es mejor que piensen en algo antes de que nos quememos hasta los huesos."

"Tengo una idea, pero perderemos una extremidad en el proceso, si sale bien."

"Si logramos dejar las cosas a la par, será mejor para nosotros."

"Corte Transversal del Tulipán Llamante." Fue un tajo directo contra la diosa y, como era lógico, al impactar, el ataque fue reflejado por el espejo, causando un grave daño a la humana, que perdió un brazo en el proceso. "Finalmente..."

"Así que apostaste tu vida para hacerme daño." Amaterasu miró cómo su propio brazo se desprendía de su cuerpo y caía al piso mientras se cristalizaba. "¿Qué importancia tiene un brazo? El espejo sigue intacto."

"Ves los puntos débiles de tus rivales y los explotas. Ahora yo seré quien explote los tuyos." Sosteniendo su arma con el único brazo que le quedaba, lanzó golpes que, de impactar, matarían a la diosa.

La diosa, por su parte, esquivaba los ataques, dándose cuenta de que era más complicado esquivar y atacar con un solo brazo.

"Admito que ahora es más complicado esquivar tus golpes, pero eso no cambia que estás ciega de un ojo." Aunque las dagas fueron al lado izquierdo de la sultana, ella bloqueó a pesar de su ceguera. "Impresionante, ¿acaso pudiste verlas?"

XXX

"Ya entiendo." Freya tomó un gran trago de su cerveza. "Ella no solo perdió su brazo para cortar el de Amaterasu, también calculó qué brazo perdería para poder defender su punto ciego si la deidad planeaba atacar por ahí."

"Es inteligente. No por nada perteneció a una de las eras magníficas del Imperio Otomano." Frig pensó por un momento. "Se dice que el sultán Süleyman la llevaba en sus campañas, donde ella y su hija eran entrenadas para el combate."

"Ella debió haber aprendido a usar esa habilidad en el campo de batalla. Asumo que por dicha habilidad la llevó en principio. ¿Pero por qué a su hija?"

"Porque si mis hermanos morían sin llegar al trono, yo iba a asumirlo." Ambas diosas miraron a la osada humana que se sentó a su lado. "Mucho gusto, diosas. Soy el sol y la luna, la sultana Mihrimah."

"¿Qué haces aquí sentada? Es un lugar solo para dioses."

"Freya." Detuvo su hablar con la mano. "Continúa, humana."

"Después de la muerte de mi hermano mayor Mehmed, mis hermanos comenzaron una batalla por el trono. Mi padre, temiendo que ninguno sobreviviera, decidió prepararme para asumir el trono."

"Se un poco de historia musulmana. Todos los sultanes fueron hombres. Si tu hermano Selim II moría antes de subir al trono, tú serías la primera sultana en ser regente absoluta y encargada de continuar la dinastía de Ali Osman."

"Exacto. Por ende, de primera mano vi a mi madre en el campo de batalla, y la diosa Amaterasu no será capaz de vencerla." El sol brillaba en lo alto. "Podrá ser que ella les traiga el amanecer a los dioses, pero mi madre será quien les traiga su atardecer."

XXX

"Muchos piensan que reinar para las mujeres es sencillo cuando son consortes." Wu Zetian servía té. "Pero lo cierto es que ser reina consorte te eleva más que a cualquier mujer sobre un reino. Hay muchas cosas que se aprenden sobre la marcha, pero la experiencia adquirida no se desperdicia."

"¿A dónde quieres llegar con esto?" El té estaba a la temperatura perfecta. No recordaba haber bebido algo igual antes.

"La sultana Hurrem es superior a cualquier mujer de su época. Llegó desde lo más bajo hasta convertirse en la digna sultana de un imperio." Sin contar el brazo arrancado, Amaterasu estaba ilesa. "Ella podrá hacerle frente a este encuentro. No sé si ganará, pero Amaterasu no saldrá viva o ilesa."

XXX

Hurrem sangraba por sus ojos, nariz, boca y oídos. La intensidad del poder de Uriel la estaba abrumando demasiado; su cuerpo estaba tratando de soportar el aumento continuo de poder.

"Estás llegando a tu límite." Bufó. "Espero que tengas un plan o ambos moriremos en minutos por mi poder."

"Tengo un plan." La cimitarra al rojo vivo emanaba vapor. "Tenemos que atacar directamente."

"Mujer tonta, si lo haces, el espejo lo reflejará, y con la cantidad de poder reflejado morirás." Miró a otro lado. "Pero no tendremos otra opción más que seguir tu tonto plan; tu cuerpo de todas maneras entrará en combustión."

"No me dejaré vencer por una diosa." Su piel empezaba a derretirse. "Amaterasu conocerá mi poder."

Shuumatsu No DaitenshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora