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Ir a clubes, bares, y fiestas los fines de semana eran la actividad favorita de Lee MinHo. Solo es un joven adulto común, disfrutando de la vida de soltería y buscando mujeres y -en ocasiones- hombres con los que pasar la noche.
Y claro, era todo un galán, con sus buenos dotes y técnicas de coquetería, además de ser guapo, era más que obvio que tendría montones de chicas y chicos detrás de él.
Aunque bueno, su vida no se basaba del todo en solo eso. Tenía un trabajo estable, en la empresa de uno de sus grandes amigos, y con el que puede felizmente disfrutar de la vida sin preocupaciones. Aunque no le gustase mucho el llamarse a sí mismo millonario, no iba a negarlo, Lee tenía dinero, mucho dinero.
Y bueno, tal vez ese también era uno más de sus encantos.
Volviendo a la actualidad, MinHo aparcaba su coche fuera de un bar con un enorme letrero en la entrada, sonriendo mientras tomaba su teléfono y hacía una llamada.
-¿Has llegado? -preguntó a la persona en la otra línea.
-Estoy aquí desde un rato ya, apresúrate -contestó con voz algo alta, se notaba que era por el ruido de los altavoces y la música.
Colgó después de un asentimiento tomando sus llaves, cartera, teléfono y guardándolos en sus bolsillos.
Bajó del automóvil color negro bien cuidado, impecable. Arreglando su traje formal y peinando su flequillo castaño, etró sin más, mirando de reojo a los guardias en la entrada que pedían la identificación de la gente al ingresar.
Bueno, era obvio que con MinHo no era necesario, recurría varias veces ese lugar. Era un cliente frecuente.
Dentro del lugar, apreció las luces neones que adoraban las paredes y techo, la pista de baile colorida y la música a volúmenes tan altos como para tener que gritar si quería que lo escuchase alguien.
Se dirigió a la barra, donde supuso que su querido amigo estaría esperando por él, sin pasar desapercibido por varias chicas que se acercaban con intenciones de seducirlo, o chicos que sonreían con un toque de coquetería; claro que MinHo correspondía las sonrisas de lado o con simples guiños seductores.
-Vaya, Hwang, me parece que está más lleno de lo habitual -menciona con voz alta, casi gritando por el ruido, cuando llega a su lado.
-Es lo obvio, Min, estamos en temporada -le contestó para sorber de su copa.
Lee se sentó en uno de los taburetes y miró al barista acercarse a ellos. Seguramente comenzaría con algo fuerte, quería emborracharse rápido y así no perder tiempo en lo que de verdad buscaba. Una nueva conquista.
Pidió algo de beber y después de compartir un poco de gestos coquetos con el barista, volvió su atención a su rubio amigo.
-¿Y? -preguntó HyunJin-, ¿esta vez será chico o chica?
