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No podía creer que, en un parpadeo, estaba ahí frente a los demás mostrando mi arte, siempre amé el pincel y hacer vida en esa tela, para vi la vida era un hermoso lienzo.

Aplauso tras aplauso resuenan, Roberto esta maravillado, y sé que con esto se abrirán mas firmas el problema es que a veces se debe viajar. Dejar Esmeralda con Itzel.

Pero es mi sueño, y a veces me siento tan egoísta por serlo.

—Estuviste estupenda—Roberto besa mi mejilla, agradecido.

—Lo mismo dijo sin ti esto no sería posible has confiado en mí y me abierto puertas ahora.

—Ya no me necesitas.

—Siempre te voy a necesitar—amplio una larga sonrisa él era así, le gusta que lo idolatren. —Ahora si me permites—dije mirando hacia mi lado izquierdo.

—Vaya así que me cambias por él.

—Lo siento me perdonas.

—Bueno lo intenté—negué con una sonrisa.

Roberto siempre me ha invitado a salir, tiene demasiadas cualidades, pero unas no me agradan tanto como lo coqueto y galán que es, le he conocido tantas que he perdido la cuenta de ellos.

Camino ante los demás, pero sin perder la cordialidad de detenerme felicitándome.

Pero lo único que puedo pensar es que estas dos semanas, nos hemos hablado mucho por mensaje, paso largas horas en la noche desvelándome no sé cómo le hago, para el trabajo al dia siguiente.

La carilla de Itzel de que parezco una enamorada.

¿Sera?

Debo darme tiempo como mujer, soy madre sobre todas las cosas, pero también soy consciente que necesito conocer y no encerrarme en una burbuja.

—Hola—dije nerviosa.

—Hola, estuviste increíble.

—¿Lo crees? Creo que me puse algo nerviosa, no soy buena frente al público ahora saben quién soy yo—dije, aunque eso no sabía que tan bueno seria.

—Bueno todo Lamber sabe de ti—sonríe a medias—Después de todo esto muchos coleccionistas de cualquier parte conocerán tu oleo.

—Bueno creo que llegue tanto hacer ruido en Bozeman—note como fruncí el ceño.

—Hasta Montana.

—Algo así.

—Cualquier parte, te has puesto nerviosa.

—Nada de eso—dije, tal vez no vi la euforia de mis sueños de ser alguien.

Debia pensar que esto no llegaría a oídos de Hazel, después de todo, él no era amante del arte, solo amaba los números y las grandes inversiones para agrandar el patrimonio.

—Nos vamos—dije, después de todo había hecho mi trabajo aquí.

Mire la cara de Itzel parecía sorprendida cuando llegue a casa, era como si dijera que, hacia aquí, hasta estas horas, sonríe porque lo pensé y ella termino diciéndolo.

—¡Que haces aquí! No se supone que iras después de tu evento con el guapo del terapeuta, ahí ejercitando la lengua.

—Por dios Itzel que son esas cosas.

—La verdad, la lengua es un musculo, muy sensual, sabes qué hora son—miro el rejo de la pared esta por ser las once. —Que eres cenicienta retrasada, tu deberías estar montando ese cuerpo en este momento, sacando el sudor y dándole duro en esa cama, no aquí, mirándome con cara de que hago aquí.

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⏰ Última actualización: Aug 26 ⏰

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