El aire del verano pegaba en las mejillas de aquella chica que caminaba en dirección a su preparatoria, las clases del tercer año comenzaban y ella solo podía pensar en restregarse en su colchón con el calor que emanaba su cuerpo para cubrir las horas de sueño que utilizo para quedarse a leer un libro de romance.
Toda persona en plena juventud anhelaba el romance perfecto con el chico que ella imaginara como lo mejor para cumplir sus caprichos como a una niña pequeña, aunque para Mel, nuestra estudiante de preparatoria, tenía la idea que leerlos era mucho mejor que lidiar con problemas amorosos reales. El hecho de enfrentar problemas desde el principio, no con la persona contraria sino con ella misma, costaba en reconocer sus propios sentimientos y para ella era mejor evitarlos.
El camino a la preparatoria era el que siempre tomaba, la vida no era tan interesante como lo hacían ver las protagonistas de las películas juveniles, o bueno, su rutina era demasiado ligera como para tener una escena con alcohol o fiestas sin aviso previo. No, eso no era muy grato para ella.
Entrando a la institución por fin pudo encontrar su nuevo salón de clases, no había muchas personas dentro del mismo, solo alumnos dispersos en las butacas, decidió tomar asiento en la tercera fila en la cuarta butaca. Fue un buen lugar comprobando que la vista hacía el pizarrón era perfecta. Su atención fue robada por un chico de alta estatura, una espalda ancha que hacía notar su presencia, el cabello ondulado de espaldas y podría imaginarse que habría más rulos de cabello por descubrir; Mel con los labios entreabiertos observo los detalles de aquel chico, aunque solo eran aquellos que podría notar a sus espaldas, es como si lo hubiese visto mucho antes, algo la quería acercar a comprobar más de sus facciones. Aquel alumno se sentó a un lugar de diferencia frente a ella.
Recordó aquel sueño de semanas anteriores, un chico con esas parecidas características que estaba a su lado, en el sueño parecían ser pareja, un amable chico alto con cabello ondulado que le demostraba su amor, afirmando que es un sueño, el rostro de aquel chico estaba perdido en las diversas memorias de Mel.
-Debo estar loca...- Susurró para ella misma, llevando sus manos hacía su mochila sacando una pequeña libreta de dibujo que era como un alma gemela para ella, viendo los dibujos que iba haciendo en diversos días. Encontró en una pagina el dibujo del chico que había soñado, comprobando que efectivamente había rasgos parecidos con la persona que estaba cerca de su asiento. Siguió pasando las páginas para llegar a una completamente vacía, empezando diversos bocetos de personajes.
Llegando la hora de inicio de clases, guardó sus materiales de dibujo, una vez presentado el maestro las horas transcurrieron para las demás materias. Mel agradeció profundamente que no hubiera trabajos en equipo, solo que esta ultima clase se trataba de "Economía".
-Chicos, necesito que formen equipos de tres personas. - Anunció la profesora a cargo – Ninguno de ustedes puede quedarse sin equipo- Finalizó con esa terrible petición.
Mel apenas movió la cabeza alrededor encontrando la causante del leve golpe en su hombro, su compañera detrás de ella preguntó en su dirección.
- ¿Hacemos equipo? - Fue una sonrisa amable, claro, eran inicios todo debe ser amabilidad en estas fechas. Mel asintió con la cabeza, lo que no se espero fue ver aquel "chico del sueño" frente a ellas, siendo específicos entre sus dos butacas.
-¿Puedo trabajar con ustedes?, creo que me tienen miedo los demás- Por primera vez escuchó su voz pero le pareció agradable para ser de alguien con tanta presencia. Sin embargo, se equivocaba en que le tenían "miedo", era que las chicas se alejaban a cuchichear entre ellas para verlo, lo cuál Mel tampoco se negaría a hacer, era una buena razón para cuchichear con alguien. Claro, no en plan de ofenderlo, lo contrario a eso.
-Si, no hay problema- Contestó su compañera "Desconocida" pues ninguna se había presentado. -Soy Jules, un gusto de conocerlos a ambos. - Saludando con un movimiento de cabeza a nosotros dos, que ya habíamos acomodado las butacas en un círculo incomprendido.
-Un gusto, yo soy Sakusa- Haciendo un leve gesto con el mentón. Finalmente fue el turno de Mel.
-Un gusto a ambos, yo soy Melina- Copiando un poco el gesto de su compañero masculino.
-Muy bien chicos, las personas con las que hicieron equipo serán su grupo de trabajo durante todo el semestre. – Definitivamente Mel tenía una gran discusión interna con sus Melinas internas.