Capítulo Tres: Zona de confort

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Julia




Debería existir el día internacional de asistir a la playa.

Debería ser una obligación, casi como votar, que al menos una vez a la semana las familias tengan que venir a la playa para alejarse de toda la presión a la que estamos sometidos como sociedad.

¿De verdad existen personas que nunca antes han venido?

¿De verdad existen personas a las que no les gusta?

Entiendo que cada quien tenga sus gustos. No estamos obligados a que nos guste lo mismo. La vida no sería divertida si tuviera el mismo patrón todos los días.

Pero lugares como estos, como la playa, te ayudan muchísimos a despejar la mente y relajar el cuerpo. Y esa es la razón principal por la que me gusta venir aquí.

—¡Joder! — aunque no es la razón por la que vine el día de hoy.

Escucho las carcajadas de Matías y Carolina quienes se alejan corriendo a toda velocidad con dirección hacia el agua.

—¿Qué están locos? — grito a ambos, limpiando el agua salada en mi rostro —. Mierda, está muy salada.

—Es agua de mar, Juls ¿Qué esperabas? — miro a mi hermana con cara de pocos amigos —. Además, vinimos aquí a divertirnos, no a dormir — cierra el bote de bloqueador, antes de ponerse de pie.

—No estaba durmiendo.

—Me parece que te escuche roncar.

—Mentirosa — ríe fuertemente.

—Ponte un poco de bloqueador y ven con nosotros. Si no lo haces, te aseguro que esos dos van a venir por ti, y esta vez van a ser a ti a quien te arrojen al agua, no el agua a ti — ruedo los ojos, atrapando el bote de bloqueador que me lanza segundos antes de colocarse las gafas y correr en dirección a los chicos.

Tomo una toalla para limpiarme el agua del rostro y evitar que se mezcle con el bloqueador.

El día en la playa fue una gran elección por parte de Matías, y eso que tenía muchas cosas en mente por hacer. Cosa que no ha cambiado.

Desde que tengo memoria, siempre que viene hace una lista con las cosas que quiere hacer, los lugares que desea visitar y la comida que quiere degustar.

Y siempre, cuando digo siempre, termina por palomear cada una de esas cosas.

Matías es de esa familia a la que no te cuesta darle lo que pide, porque él hace lo mismo. Cuando viene trae consigo regalos para nosotros. Sin mencionar que siempre es como un caramelo muy dulce.

Palabras de mi madre.

—¡Ven aquí, Juls! — grita Matías. Alzo la mano para que sepa que lo he escuchado. Me quito las sandalias, acomodo mis gafas y corro en dirección a donde se encuentran.

Matías tiene en brazos a Carolina con toda la intención de arrojarla al agua, pero esta tan concentrado en que no se le caiga antes que no ve que mi hermana y yo llegamos por detrás, empujándolos a ambos, haciéndolos caer en el agua.

Rio junto con mi hermana al ver el rostro de ambos.

—Me parece que... — empieza a decir Matías, que tiene que detenerse cuando su lengua detecta el sabor salado del agua —. Las hermanas quieren una guerra por equipos ¿No lo crees, Caro?

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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