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Mi padre prácticamente volvia un rato para descansar, dos horas, luego volvía allí. Dice que el señor Hunk es amable y bastante sabio. Y obviamente quiere que vaya allí, pero no me siento muy segura en el faro.

Poco a poco, aunque estuviera mejor se le veía echando en falta a su mujer. He de decir que el segundo palo suele ser más duro. Con mis 17 años, no sé si aquí hay instituto ni nada, simplemente aquí vine, a apoyarlo. Tampoco es que pudiera rechazarme.

Hoy es lunes, y estaba yo en la cocina prepararando la comida, unos macarrones rápidos. Sonó 'toc, toc' con los nudillos en la puerta. Lo primero que pensé es mi padre no puede ser, se lleva llaves o me grita que abra. Me quito el delantal de cocina, con vacas. Muy mono, sí.
Mi cabello cae desordenado por un poco por debajo de mis hombros castaño claro, ondulado. Mi tez es blanca de por sí. Me suelen salir unas pecas "adorables" en las mejillas y nariz. Y lo único bonito, mis ojos azul cielo. Es lo único que destaca.

- Dios, Lía. ¿Qué haces? Abre ya. - Dice la voz de un muchacho.

Abro la puerta, y hay un chico de como mucho 19 años, con barba de unos días, ojos negros y rubio. Debo admitir que es guapo. Me aparta de mi puerta,¡De mi casa!

-¿Que hay de comer?- Pregunta entrando en la cocina, 'será cara dura' pensé.

- Fuera. - él fruce el ceño. Y sonríe se le enciende la bombilla, por fin.

- Soy Joan, nieto del señor Hunk, y tu padre me dijo que haces unos macarrones deliciosos.- Maldecí a mi padre.

Se sentó, en una mesa con dos sillas al rededor, pequeña. Y comimos en silencio. Era obvio que no estaba cómoda con su presencia.

- Siempre eres así.- Habló al cabo de un rato.

- ¿Así?- No era para hablar con él, era para aliviar tensión.

- Rancia.

Esa fue su última palabra. Antes de salir por la puerta. Sonreí. En realidad no está tan mal. Y mis amigas dirian, lanzate.

Los días siguientes fueron así, el viniendo y poco a poco fui conociendolo. Le gustan mis macarrones, le gusta echarse solo un poco de queso. Se le suele quedar una mancha de tomate mientras come en la comisura a la que su lengua la quita.

Poco a poco, me fui adaptando. Me sobre llevo con Joan, sinceramente es mi único amigo. Y es bueno conmigo.

Literalmente me pasaba las tardes con él. Hasta que un día a la hora de la cena, que es cuando suele venir a verme mi padre me dice que he sido aceptada en el instituto del pueblo. Se acabó lo bueno, lo sé.

Llamé a Joan. A voces, ya que estaba en mi habitación echando la mona, mi padre se había habituado a que esté en casa continuamente.

Joan salió del cuarto todo despeinado, pero aun así, guapo. Murmuraba palabras de odio contra mí, no por que las entienda, sino por que lo he hecho alguna vez.

- Papá, ¿Cuándo empiezo?- le pregunto medio quejandome.

- El lunes.

Solté un bufido.

- Joan, el lunes me acompañas al instituto. - Al muy "bueno" se le cambió la cara y su sonrisa se hizo burlona.

Hoy era sábado. Mi padre prácticamente dormía allí, en el faro con el señor Hunk, parecía que vivía sola. O con Joan. La verdad, quería conocer al tal Hunk, pero no salía del maldito faro.

Estabamos Joan y yo en la playa, debajo de mi casita, el tumbado boca arriba, con sus brazos debajo de la cabeza, y yo de igual forma sobre su barriga.

- No quiero ir. - Solté.

- Te acompañaré cada día, ¿Sí?

Joan deslizaba sus dedos por mi brazo haciendome cosquillas, erizandome la piel. Ese era nuestro sitio, así, viendo las estrellas, hasta que Joan se iba.

El lunes llegó muy pronto, ya era de mañana y desayune, pan con un vaso de leche. Joan se burlaba de mí, yo estaba nerviosa ante la idea de conocer gente nueva. Aunque solo había una clase por curso. Tampoco podría haber mucha gente. Fui de la mano con Joan, lo necesitaba. Pasaba volado el tiempo, llegué hace dos meses, y no sabía nada de este pueblo, más que un faro y sus dos habitantes. Era triste.

Fui el centro de miradas. Cuando Joan me dejó en la entrada, dándome un beso en la frente y murmurando "adiós enana", la gente acabó mirandome más. Genial, tengo un moco en la cara. ¿ALGO!

La mañana se hacía bien, era rápido y entretenido. Excepto por las miradas se estaba bien, aunque si eché en falta a Joan a mi lado, y las olas del mar de fondo. Una chica se me acercó muy flechada.

- ¿Que es lo que te traes con mi Joan? - Su voz daba asco de por sí, era prototipo chica perfecta, pero falta de mente. Aunque le faltan sus cosas para ser realmente Barbie.

- Es mi amigo, soy Lía.

- Mónica, saluda a mi Joan de mi parte.- Sonreí.

- Hazlo tú.- Puso cara de desagrado y se marchó.

A la salida, estaba esperandome Joan, me miraba sonriendo. Cuando me acerqué, le abracé. "prefiero mil veces tu lado chinche a volver ahí" le dije haciendo pucheritos.

- Exagerada, vamos.

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2015 ⏰

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