Blitzø se desplomó en su desvencijado sofá, el agotamiento pesando sobre él como un sudario oscuro. El bullicio de la noche había terminado, pero las emociones aún lo mantenían al borde, imposibilitando cualquier intento de relajarse. Tomó su celular, dejando que la pantalla iluminara su rostro en la penumbra de su apartamento. Sus dedos titubearon sobre el cristal, desplazándose lentamente por la lista de contactos. Sabía exactamente a quién iba a llamar, pero la duda lo detenía.
Finalmente, su dedo se posó sobre el nombre que buscaba: Verosika. Su ex.
Blitzø apretó los dientes. No era una buena idea. Habían hablado apenas unas horas antes, una conversación tensa pero necesaria. Las cosas entre ellos nunca habían sido fáciles, pero al menos esa noche parecía que había quedado algo más de claridad en el aire. Quizás ella ya no lo odiaba tanto como solía hacerlo.
Y aún así, ahí estaba, pensando en llamarla. El solo hecho de considerar hacerlo le provocaba una mezcla de incomodidad y frustración. ¿Era por lo que había pasado esa noche? ¿Por los celos que había sentido al ver a Stolas con aquel íncubo? O quizás… quizás era algo más profundo, algo que no estaba dispuesto a admitir siquiera a sí mismo.
Justo cuando estaba a punto de apagar el teléfono y rendirse al sueño, el recuerdo de Stolas lo detuvo. No eran solo los celos, lo sabía. Su mente volvía una y otra vez a ese búho real, esa maldita ave que se había incrustado en su vida de una manera que Blitzø nunca había anticipado. Y esa noche, en medio de todo el caos, había sentido un impulso, algo más allá de la rabia o la envidia. Era preocupación, algo que no sentía con frecuencia por nadie.
Stolas le importaba, y aunque odiara admitirlo, no podía dejar que el príncipe sufriera más. Si alguien le hacía daño, si algo le pasaba... Blitzø no estaba seguro de que podría vivir con ello. Y así, antes de que la razón pudiera detenerlo, apretó el botón de llamada.
El teléfono sonó tres veces antes de que una voz familiar y áspera resonara en la línea.
—¡¿Holaaa?! —gritó Verosika, su voz apenas audible sobre el ruido ensordecedor de fondo—. ¡¿Quién demonios es?! ¡Si esto es por cambiarme de maldita compañía de teléfono, ya he dicho que no quince veces esta semana y apenas es martes! ¡¿Alooooo?!
Blitzø se quedó congelado. ¿Qué diablos estaba haciendo? Esto era una estupidez. Sentía el pánico subiendo por su garganta, y estuvo a punto de colgar cuando, finalmente, tragó el nudo en su garganta y respondió.
—Ehh... Verosika. Soy Blitzø.
El silencio del otro lado de la línea fue palpable. Blitzø pudo imaginarse la expresión de sorpresa en el rostro de la súcubo, sus ojos entrecerrándose, intentando comprender por qué, de entre todas las personas, él la llamaría en ese momento.
—¿Blitzø? —la voz de Verosika estaba cargada de incredulidad, casi una risa amarga—. No me esperaba esto, sobre todo después de la conversación que tuvimos hace unas horas. ¿Qué demonios quieres ahora? Si es más dinero, dame tu número de cuenta. Lo transferiré, pero no quiero verte nunca más.
Blitzø sintió que la rabia le hervía en las venas ante sus palabras.
—¡Espera, qué! —espetó—. ¡No te llamé por tu maldito dinero! ¿Crees que todo lo que hago gira en torno a eso, idiota?
Verosika soltó un bufido.
—Después de que me robaste gran parte de *mi* dinero cuando terminamos, ¿qué otra cosa debería pensar? —replicó con frialdad—. Pero, si no es por dinero, ¿por qué más me llamas?
Blitzø se quedó callado unos segundos, mordiéndose el interior de la mejilla. Era como si las palabras quedaran atascadas en su garganta. Pero tenía que hacerlo. Tenía que tragar su orgullo. No por él, sino por Stolas.
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⚡❤️🔥• Confusión •❤️🔥⚡
General FictionDespués de la fiesta de Verosika (la que se hace cada año para odiar a Blitzo), Blitzø decide mantener vigilado a aquel íncubo que parece estar con Stolas. Pero será todo cómo él lo ve o sólo será una ❃confusión❃? . . . . . . ⚠️Los personajes le per...