Capítulo 21

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Un terreno desconocido con una vegetación y flores extrañas pero hermosas a la vez y un hermoso cielo estrellado era lo que tres niños de diferentes edades veían a su alrededor.

Sin embargo, aquellos niños no reaccionaron ante aquel bello paisaje, ni siquiera reaccionaban ante los cortes y heridas en sus rostros y cuerpos, sus miradas estaban perdidas, sus rostros estaban pálidos y sus prendas de vestir estaban totalmente rotas pero, ¿por qué se encontraban así aquellos niños? Desafortunadamente habían presenciado como su planeta era aniquilado por los propios gobernantes, los cuales se habían encargado de matar a los ciudadanos de su planeta, así como también de haberlo llevado a la destrucción.

¿Cómo habían llegado a ese planeta desconocido? Gracias a sus padres, pues ellos eran guerreros y sailors a la orden de los monarcas. Recordaban como ellos enfrentaban a la guardia personal del Rey y su séquito para defender a los ciudadanos, pero eran fácilmente superados en números, así que con sus últimas fuerzas enviaron a sus hijos a un planeta pacífico.

Mientras los tres niños eran expulsados, ellos observaron como aquel Rey sacaba de entre sus ropas un pequeño tubo y, dentro de él, un prototipo de Agujero Negro que, en palabras de sus padres, era lo suficientemente fuerte para acabar con su planeta.

Al abandonar la órbita del planeta y estar en el espacio, lo último que observaron fue como aquel Agujero Negro crecía y absorbía completamente su planeta.

No sabían por cuanto tiempo estuvieron viajando en el espacio y tampoco se percataron de su llegada en aquel planeta desconocido pero no era como si les importara. No se movieron del lugar donde estaban, ni siquiera cuando se vieron rodeados por guardias armados.

No se inmutaron ante la hostilidad de aquellos guerreros ni mucho menos cuando los amenazaron con sus armas; notaban que aquellas personas les hablaban pero no entendían el idioma, lo que provocó mayor desconfianza en los guardias.

Los niños vieron como aquellos hombres se acercaban a ellos, tal vez para arrestarlos o simplemente para desaparecer los, pero sus fuerzas se les habían acabado por lo que no se resistieron y solo esperaban su fin a manos de aquellos guerreros.

Sin embargo, antes de ser sometidos por aquellos hombres, una figura infantil se interpuso entre el pequeño y el hombre adulto. Al elevar su vista, el niño observó a una niña peliazul, aparentaba tener su misma edad, pero el modo en el que la trataban los guerreros era diferente, parecía tener un estatus más grande que el de ellos y, por ende, más respeto hacia ella.

Los observaba discutir y, sin previo aviso, dos niñas más se unieron a la discusión; vestían igual que la niña peliazul, pero con ligeros cambios en sus vestimentas, además de que una era pelinegra y la otra castaña. Por supuesto, al parecer eran compañeras debido al como se dirigían los mayores a ella. La discusión se había alargado y no fue si no hasta que llegó una cuarta niña a poner orden. Ella era rubia e incluso parecía tener más rango entre aquellas niñas que llegaron, pero a pesar de eso, se podía notar el cariño entre ellas.

Gracias a la intervención de ellas y más por la niña rubia, los guerreros bajaron sus armas y se relajaron un poco, claro sin bajar su guardia. La peliazul se acercó a uno de los niños y, tras una amable sonrisa, tiró de su mano y comenzó a caminar con el detrás de él. Tras esto, la niña pelinegra y la castaña hicieron lo mismo con los dos niños restantes y fueron tras su amiga, la niña rubia solo sonrió y fue con ellas.

Los llevaron a un gran e inmenso Palacio, muy bello al igual que sus alrededores.
Ingresaron y sin tardanza llegaron a una sala donde una mujer de cabello blanco con dos chonguitos en su cabeza y una luna creciente en su frente las esperaba.

Hablaron por alrededor de diez minutos hasta que las niñas se retiraron y los dejaron solos con aquella mujer. Ella, por su parte, se levantó del trono donde se encontraba y se dirigió a ellos; al tenerlos frente a ella, extendió sus manos y, entre ellas, apareció un cetro el cual se iluminó con una cálida luz que rodeo a los tres pequeños.

Sailor Moon: Un Nuevo FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora