Excuso a quien no se quiere excusar

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Todavía mi corazón trata de entender lo que mi mente desde hace tanto le intenta explicar.

Una vez más me hallo buscando excusas para volverte a encontrar.

Trato de obtener razones para entenderte, y contemplar por fin el motivo del por qué no me quieres buscar.

Investigo conociendo la respuesta ya.

Quiero y me obligo inconscientemente a entenderte y culpabilizarme, para tratar de justificar que no me quieras ver más, y ahí entonces, tirando mi dignidad, poder escribirte para volvernos a juntar.

Es entonces cuando exploro momentos en los que nos podamos encontrar,
Maneras en las que me puedas volver a hablar.

Trato locamente de regalarte una excusa que no haces más que tirar. ¿Acaso no la quieres usar?

De pronto veo con mayor claridad que si quisieras, me sabrías contactar.

> Has podido verme para hablar. <
Esas son palabras que necesito recordar.

Has podido verme para hablar, y ni te has querido interesar. No has hecho ni el más mínimo esfuerzo por tratarme de recuperar.

He estado cerca de ti, me he movido para permitirte el llamar y, sin embargo, has preferido callar.

¿Por qué no me dejas de dañar?

¿Acaso no amabas mi amistad?

¿Tan poco te valía mi bienestar?

No te importa nada como me pueda encontrar.
No te interesa lo más mínimo si mi angustia se ha podido solucionar. Sabes que confié en ti cuando más vulnerable me hallé y pese a ello, no te importa cómo pueda estar.

Estás ausente y aún así, no me dejas de maltratar.
Sabes que me ahogo en dolor y no te importa si consigo nadar.

Eres consciente de qué palabras usar, porque aunque no te esforzaras mucho, yo siempre te supe perdonar. Y a pesar de ello, decides callar.

Si no me hablas, es porque no me quieres buscar.
Es así, ¿verdad? No me buscas, porque ya no me necesitas más.

Soy la única que lucha por volverte a encontrar.

Me pregunto, ¿desde cuándo soy tan patética?

Mi alma quema buscando algo que sabe que jamás encontrará. Porque en el fondo sé que tu desinterés no se justifica, da igual mi malestar.

Mi mente me habla, dice que merezco algo más.
Pero mi corazón se agarra al espejismo de tu amar.
A tu amistad, que capaz nunca fue real.

Quizás realmente no hay motivos por los que no me puedas hablar. Quizás lo que ocurre es que simplemente prefieres quebrantar lo que una vez con tu inmadurez decidiste destrozar.

Quizás solo quieres terminarme de atormentar.

Demostrar de una vez por todas que nunca me llegaste a apreciar.

Sin embargo, tus recuerdos que tanto me asfixian no paran de gritarme que tú jamás buscarías mi mal.

Que tu corazón es puro de verdad.
Que lo vivido jamás fue fruto del fantasear.

Y eso solo me genera rabia.

Porque pese a mi dolor, te recuerdo con tanto amor.

Pese a tu desinterés, tu poca hombría, tus malas actitudes y actual poco aprecio, no puedo comprender que alguien que recuerdo con tanto amor, sea tan vil a propósito.

Tu eres bueno, no buscarías mi destrucción. Es por eso que no entiendo de dónde viene tanta lesión.

Nunca un amigo me había golpeado tanto.

No comprendo cómo puedes quererme tan poco. Cómo no te has preocupado, cómo no has preguntado.

Te odio, pero aún así, espero tu mensaje para poder hablarlo. Manifiesto tus excusas para perdonarte y volver a lo que tanto añoro, sabiendo bien que en realidad no eres quien atesoro.

Solo eres una imagen, una creencia que tanto adoro.

Mi mente lucha en comprender la situación de forma objetiva, pero mi corazón suplica constantemente por su visión subjetiva.

¿Acaso no eres consciente de verdad? ¿No sabes que tu indiferencia multiplica mi quemar?

¿O será que nunca te llegué a importar?
Si es así, ¿cómo pudiste fingir con tanta facilidad?

Necesito que te intereses por mi estabilidad emocional. Regálame un motivo para volverte a hablar.

Te pido tan poco, y aún así no me lo das.

¿Por qué será que la que más sufre soy yo, si fue mi decisión la que te obligó a alejar?

Quiero arreglar las cosas,
sin darme cuenta que excuso a quien no se quiere excusar.

29/agos/2024

Pensamientos de ĀtmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora