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Aeri había regresado a Seúl, consolidada como una diseñadora de renombre, pero con un vacío que ninguna relación había podido llenar desde que dejó a Ning.
Una parte de ella quiere buscarla con la esperanza de hacer que ese vacío se esfume, lo odia.

Siente que ha corrido kilómetros, pero su corazón se quedó muchos metros atrás, justo en las manos de Yizhuo.

Sua obras expresaban ese vacío. Muchos alogiaban sus diseños monocromos, pero sentía que esa chispa que tenía se hubiera apagado justo cuando piso Nueva York. Ahora está tratando de recuperarla, tal vez regresar al lugar en donde la perdió será útil. Es temporal, pero los medios se encargaron de anticipar su regreso como algo permanente.

Tomó otro sorbo de su café, pero el sonido del timbre la sacó de sus pensamientos. Dejó su taza humeante en la barra de la cocina para ver quién podría ser, solo le había dicho a MinJeong su ubicación y porque la chica insistió en verla, pero no le dijo nada de ir ese día.

Al revisar el sistema de seguridad, su corazón dio un vuelco al reconocer un rostro que nunca pensó volver a ver. Dudó, pero finalmente abrió la puerta, había algo en ella que no pudo controlar y ansiaba mirar con sus propios ojos la situación. Cuando Ning apareció frente a ella, no estaba sola; un niño pequeño, tímido, se escondía tras sus piernas.

Aeri arqueó una ceja, su sonrisa desvaneciéndose al instante. Fue lento y perceptible, pero Ning estaba divagando antes de mirarla.

La incomodidad invadió como lava ardiente a Aeri, haciéndole picar la piel-. Oh, ¿por qué estás aquí con... este pequeño? -dijo, intentando mantener la compostura mientras saludaba al niño con un leve gesto con su mano.

Ning soltó un suspiro profundo, como si estuviera acumulando valor para lo que estaba por venir. Se dio la vuelta cuatro veces, fue Anton quien golpeó de una patada la puerta, asustandola y tocando el timbre con rapidez.

-Este pequeño es mi hijo.

Aeri sintió cómo un dolor indescriptible se apoderaba de su cuerpo, como si algo rasgara su interior. Era horrible si podía expresarlo.

-Claro, tiene sentido, felicidades... pero no entiendo, ¿qué hacen aquí?

Sin decir una palabra más, Ning empujó suavemente al niño hacia adelante, obligándolo a dar un paso al frente.

-Este es Anton -dijo Ning, con una calma que contrastaba con la tormenta que Aeri sentía en su pecho-. Y Anton, ella es Aeri, tu otra mamá.

Los ojos de Aeri se abrieron de par en par. Antes de que pudiera procesar lo que acababa de escuchar, el pequeño se lanzó hacia ella, envolviéndola en un abrazo. Aeri, aún atónita, lo apartó con cuidado, su mente negándose a aceptar lo que Ning acababa de decir. Sonaba como una locura, un sueño extraño.

-¿Qué? No, no, no -replicó, su voz temblando ligeramente-. Y-yo no tengo ningún hijo, lo siento, pequeñín. Tu madre debe estar confundida...

Ning mantuvo la calma, aunque sus ojos reflejaban un dolor contenido. Era obvio que Aeri no le creería.

-Te estoy diciendo la verdad.

Aeri soltó una risa amarga, herida-. Patrañas. Tú y yo terminamos hace siete años. No hay manera de que este niño sea mi hijo.

Anton, ajeno a la tensión, levantó seis dedos frente a Aeri, con una sonrisa inocente.

-¡Tengo seis!

El corazón de Aeri se aceleró al ver esos dedos, su mente intentando conectar los puntos. Miró a Ning, la incredulidad dibujada en su rostro.

-Esto... esto es una broma cruel, ¿verdad? -balbuceó, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo sus pies, sus piernas temblaron fuera de equilibrio- No puedes aparecer siete años después y decirme "es tu hijo". ¡No es posible! ¿Por qué ahora? ¿Qué, necesitas dinero y quieres chantajearme?

Ning levantó la mano, controlando un impulso de frustración. Quería darle una bofetada o un puñetazo, lo que sucediera primero.

-Nunca te pedí nada, Aeri. Él solo quería conocerte, y lo ha hecho. Eso es todo -respondió, con una mirada que expresaba mucho más de lo que las palabras podían decir. Estaba irritada-. Vamos, Anton.

Pero antes de que Ning pudiera dar un paso, el niño hizo un puchero.

-P-pero yo quería quedarme con mamá Aeri...

Aeri sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esas palabras, pero reaccionó rápidamente, tomando el brazo de Ning. Eso no podía quedar así, Yizhuo no podía soltar algo así y huir.

-Hagamos una prueba de ADN -dijo Aeri, con un tono firme que ocultaba la tormenta en su interior-. No estoy diciendo que no te crea, pero... necesito estar segura. Si realmente es mi hijo, entonces quiero conocerlo.

Ning entrecerró los ojos, sintiendo la ofensa en cada palabra de Aeri.

-¿Y por qué debería aceptar-

-¡Sí, sí! -interrumpió Anton, soltando la mano de Ning y levantando sus manos hacia Aeri. Ignorando la tensión entre ambas adultas-. ¡Por favor, mami!

Aeri extendió la mano hacia Yizhuo, esperando su respuesta.

-¿Estás de acuerdo?

Ning dudó, su enojo evidente. Pero los ojos suplicantes de Anton eran algo a lo que nunca podía resistirse, él merecía esa oportunidad.

-Está bien -cedió finalmente, con un suspiro.

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Make Me Feel Home || NingSelle G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora