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Fin de la Tormenta

Tierras de la Tormenta

Tras considerar los motivos de su padre para buscar una pareja adecuada, Rhaenyra optó por mantener la compostura mientras soportaba una larga y tediosa serie de interacciones con hombres de distintas edades, todos ellos intentando asegurarse su mano en matrimonio mediante la presentación de impresionantes relatos.

Además, cabe señalar que eran ricos.

No es que la princesa del reino requiriera riqueza.

El aspecto más desafiante era mantener una conducta neutral, lo que le resultaba difícil, sobre todo en presencia de los candidatos de más edad. Un individuo en particular, que era incluso mayor que su padre, parecía estar sobrepasando los límites del comportamiento aceptable. Consideró la posibilidad de responder de una forma más enérgica, como poner su dragón sobre él, para transmitirle su desagrado por su audacia al intentar cortejarla.

La lista de posibles pretendientes parecía interminable, y su frustración aumentaba con cada individuo que no lograba impresionarla. No sólo carecían de carisma personal, sino que tampoco cumplían sus requisitos físicos.

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Le divirtió comprobar que el individuo en cuestión era un niño, de no más de diez años.

Lord Baratheon expresó su cansancio y aquiescencia con un suspiro. Luego procedió a exponer la formidable posición de la casa de los Blackwood, señalando sus amplios recursos militares y su dominio histórico sobre las Tierras de los Ríos.

La princesa le dirigió una mirada que indicaba claramente su gratitud por la lección de historia, que ya conocía.

Se aclaró la garganta y la incitó a continuar.

El joven avanzó, mostrando un comportamiento tímido y manso mientras apartaba la mirada y se sonrojaba ligeramente ante la joven.

Rhaenyra seguía considerando la situación en la que se había encontrado mientras el muchacho continuaba hablando de su historia familiar, recibiendo de vez en cuando comentarios de un muchacho Baratheon que se encontraba a un lado.

"Si te eligen como compañera, disfrutarás de un estilo de vida cómodo y seguro", concluyó el joven.

La princesa sintió la tentación de gemir entre las manos. ¿Cuándo concluiría esta reunión?

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"Me complace informarte de que el príncipe Naruto está aquí".

Rhaenyra recuperó la compostura y se puso alerta, buscando apresuradamente al oscuro y apuesto príncipe mientras los latidos de su corazón se aceleraban. Las puertas de la sala se abrieron de par en par, y la familiar figura del hombre alto de pelo plateado apareció sobre el umbral.

En cuanto entró en la sala, los señores y damas reunidos se pusieron en pie, algunos por respeto y otros por miedo a las consecuencias de faltarle al respeto.

A la princesa le divertía en privado la respuesta que suscitaba su llegada. Se trataba de un hombre, un verdadero hombre.

"Princesa, eres bienvenida", dijo Naruto con voz ronca y despreocupada mientras se acercaba a la zona de asientos, rechazando con una sonrisa las reverencias de los señores y damas reunidos. Sus ojos estaban fijos en la sonriente princesa.

"Tío", saludó la princesa Targaryen, intentando mantener un comportamiento profesional mientras subía las escaleras. "¿Qué ha motivado tu visita? Me halaga tu atención".

Naruto - El Camino de la Gran ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora