➵19. Sobre el caos y la destrucción

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Advertencia: el siguiente capítulo contiene violencia gráfica. Se recomienda la discreción del lector.

Freen sintió como la comida y el vino caían pesado en su estómago, pero no demostró cambios sustanciales en su rictus

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Freen sintió como la comida y el vino caían pesado en su estómago, pero no demostró cambios sustanciales en su rictus. Le corría por la frente un sudor frio y su boca tenía un gusto amargo. Pensó en su fuero interno que, si el terror tuviese un sabor, probablemente sería ese.

Lilith continuó jugando su papel de Juliette, acariciando a su hermano con naturalidad y charlando de un montón de anécdotas, seguramente inventadas, con sus padres quienes eran ajenos a que frente a ellos estaba la fuente de toda destrucción.

El apocalipsis hecho mujer.

La castaña metió otra porción de comida en su boca, masticándola excesivamente rápido sin realmente saborear qué comía. Se le había olvidado hasta su nombre. Levi, quien prestaba un poco más de atención, notó rápidamente cómo la mano de su hermana había temblado al tomar la copa de vino casi vacía, una vez más.

—¿Estás bien, microbio? —Freen se sintió expuesta frente a los ojos del infinitamente hermoso demonio que tenía a Levi agarrado de la mano. Sonrió vacilante, inclinando apenas la cabeza para fingirse desentendida.

—Sí, sí, solo creo que me sentó un poco fuerte el alcohol —todos en la mesa rieron con soltura, pero la única risa en la que podía concentrarse era en la de la rubia; sonaba como campanillas tintineantes —. Permiso, necesito ir al baño.

—Si vas a vomitar asegúrate de no hacerlo en la bañera como esa vez a los ocho años que te comiste todos los dulces de Halloween de Chris y Dom —se buró Levi. Lilith se rio con dulzura y golpeó suavemente el brazo de su hermano.

—Cariño, no le des lata, se siente mal —Freen tragó duro. Realmente sentía que estaba por vomitar—. Anda, ve Freen, estaremos aquí esperando si quieres volver a bajar —una sonrisa, que era de todo menos sincera, se dibujó en sus perfectos labios carnosos.

—S-sí, gracias.

Freen subió las escaleras a pasos agigantados pero sin levantar sospechas en el resto. Enfiló con rapidez hacia su cuarto y cerró la puerta detrás de ella respirando agitadamente. Sacó su teléfono del bolsillo y marcó el teléfono de Becky. Le sorprendía que no estuviera ya en su cuarto si estaba vigilándola desde que había entrado a la casa.

El tono sonó unas seis veces, pero nadie contestaba. Volvió a marcar, esta vez el teléfono de Looknam, pero sin previo aviso su celular salió volando a través de la habitación y se estampó contra la pared haciéndose añicos.

Freen se volteó, con la esperanza de que fuera literalmente cualquier otra cosa, pero no era estúpida. Lilith estaba parada frente suyo con su precioso vestido pegado al cuerpo y zapatos de tacón alto. La mujer inclinó sutilmente la cabeza.

—Tú sabes quién soy —declaró sin atisbo de duda en su imperturbable voz cantarina. La humana asintió dos veces, aletargada por el miedo y con la lengua hecha un enredo. ¿Dónde estaba Becky? —. Yo también sé quién eres —aquella afirmación le erizó los vellos de los brazos. Freen intentó decir el nombre de Becky, pero Lilith la detuvo al instante—. Ni lo intentes —y con un chasquido de dedos ambas aparecieron en otro lado.

𝐋𝐮𝐜𝐢𝐟𝐞𝐫 𝐢𝐬 𝐁𝐫𝐢𝐭𝐢𝐬𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora