Razón I.

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Izuku Midoriya caminaba por los pasillos de la secundaria con la cabeza gacha, evitando las miradas que se clavaban en su espalda como espinas. Sus pasos eran lentos, pesados, como si cada uno de ellos fuera una decisión consciente de seguir adelante. No podía recordar la última vez que había sentido un verdadero deseo de estar ahí, en ese lugar que ahora solo era sinónimo de dolor.

Todo había comenzado de una forma tan inocente. Al principio del año escolar, Izuku había decidido abrirse, ser más social, dejar atrás su timidez. Se había forzado a hablar con más gente, a presentarse, a sonreír incluso cuando no tenía ganas. Pero una tarde, todo cambió. Un chico más alto y fornido, al que apenas conocía, se había cruzado en su camino. "Debilucho", le había llamado, y la palabra se había sentido como un golpe en el estómago.

Izuku había intentado responder. Quería defenderse, decir algo ingenioso, algo que demostrara que no era el débil que todos creían. Pero las palabras se atoraron en su garganta. Su silencio fue suficiente. En ese momento, había sellado su destino. Los insultos se hicieron más frecuentes, cada vez más crueles. "Patético", "inútil", "cobarde". Cada palabra lo marcaba un poco más, como si estuvieran tallando esas etiquetas en su piel.

Los golpes comenzaron después, de manera casi casual al principio: un empujón aquí, una zancadilla allá. Pronto, fueron más directos: empujones contra las taquillas, puñetazos en el estómago, libros arrebatados y tirados al suelo. Cada día era una prueba de resistencia. Izuku se preguntaba hasta cuándo podría soportar. Se sentía furioso, humillado, atrapado. Sabía que podría pelear. Sabía cómo defenderse. Pero, ¿para qué?

Izuku no quería ser ese tipo de persona. No quería ser violento. Siempre había creído en la bondad, en encontrar soluciones pacíficas. Creía que el bullying terminaría, que un día todo volvería a la normalidad, que los golpes cesarían y las palabras venenosas se silenciarían. Pero cada día era igual, y esa esperanza parecía más lejana. Cada intento de solución pacífica solo parecía empeorar las cosas.

Le hacían hacer las tareas de otros, cargaban en su espalda mochilas llenas de piedras solo por diversión, lo empujaban a los charcos de agua sucia después de cada tormenta.

Al final de cada día, regresaba a casa con el cuerpo dolorido y el alma hecha pedazos.

Se sentía como una sombra, un ser invisible, un simple espectador en una vida que ya no quería vivir. Pensaba en cómo las cosas eran tan diferentes para otros, especialmente para Katsuki Bakugou. Bakugou no tenía que esforzarse; era popular, admirado, respetado. Izuku no podía evitar sentirse molesto. ¿Por qué él tenía que sufrir mientras Bakugou lo tenía todo sin mover un dedo? Había envidia, sí, pero también había admiración. "Ojalá pudiera ser como él", pensó Izuku en más de una ocasión.

El cansancio mental y físico le nublaba la vista. Estaba tan agotado que ya no tenía fuerzas para llorar. A veces, pensaba en las ventanas de su habitación. Cómo sería tan fácil... tan rápido... acabar con todo. Un solo paso y no sentiría más dolor. Se preguntaba si alguien lo extrañaría, si alguien notaría siquiera su ausencia.

Pero, sobre todo, se preguntaba si él mismo notaría la diferencia.

Aquella noche, mientras miraba el techo de su habitación, una sola idea rondaba su mente: "Razón 1 para irme: No puedo soportar esto más." No quería levantarse al día siguiente, no quería enfrentar otra jornada de tortura. Sentía como si su vida se hubiera convertido en una serie de momentos repetitivos, cada uno más oscuro que el anterior.

Y así, el círculo vicioso continuaba. A veces, se preguntaba si algún día encontraría una razón para quedarse, pero cada día era más difícil de imaginar.

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Hola! Después de no se cuanto vuelvo con otro fanfic (≡^∇^≡)

Voy a estar subiendo cuando pueda 💗

Comentó que el lunes iré a una piscina porque en mi colegio Iran todos

5 razones para irme, 5 razones para quedarme. - Bkdk -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora