𝟏

146 10 2
                                    

Uzi estaba aburrida. Llevaba todo el día tumbada en su cama, con sus auriculares con orejas de gatito conectados al Spotify del ordenador. Miraba al techo de su habitación mientras escuchaba nightcore, algo bastante común en ella. Las luces led de color morado iluminaban la estancia. Con un hermoso set-up que parecía sacado de Pinterest, estanterías repletas de mangas y figuras, posters de Nirvana, videojuegos y Mitski colgados por las paredes, la habitación de Uzi se alzaba victoriosa como una de las mejores de todo el vecindario. Algunas personas la envidiaban, pero otras como Lizzy se horrorizaban y pensaban que podían darle un mejor uso. Para algunos, Uzi era demasiado gótica. Desde pequeña había sido diferente a los demás, sobre todo cuando un día después de sus clases de ballet impresionó a sus compañeras enseñándoles el craneo de un animal muerto que había encontrado en el patio de su casa. Aún lo conservaba en un pequeño altar en lo alto de su escritorio. En la escuela había recibido bullying y aún lo seguiría recibiendo si Lizzy ingresaba en la misma universidad que ella. La detestaba.

—Ugh —murmuró, cambiando de posición en la cama.

Su gata negra llamada Neptuno la miraba desde su camita con forma de murciélago que tenía cerca de una de las estanterías.

—¿Qué miras? —la reprendió.

Neptuno dejó de observarla, gruñendo por lo bajo. Una leve risita salió de los labios de Uzi. Esa gata era su versión animal, no tenía pruebas, pero tampoco dudas. De repente, la puerta de su habitación se abrió.

—Papá —dijo, frustrada—, ¿cuántas veces te he dicho que pidas permiso antes de entrar?

—Llevas sin salir todo el día —contestó el hombre canoso con bigote y arrugas—. Pensé que te había pasado algo.

Vaya, pensó, por una vez se preocupa por mí.
El señor Doorman no parecía tener vida más allá de sus documentos y proyectos. Era arquitecto.

—¿Para qué has venido? —dijo Uzi, suspirando.

—Tengo dos noticias que darte.

Uzi rodó los ojos, pensando que no era nada importante. Sin embargo, cuando vio la expresión de su padre, supo que algo fuerte se avecinaba.

—Sabes que tu madre está en New York, ¿verdad? —comenzó a decirle, sentándose en la cama, a su lado.

Pues claro que lo sabía. Su madre era una famosa detective privada. Como en el pueblo en el que vivían apenas ocurrían crímenes, Nori se había mudado a New York. Se supone que era solo para trabajar, pero ya llevaba más de cuatro años y no parecía querer volver. A veces hacía videollamadas con su hija, no obstante, al igual que el señor Doorman, Nori estaba ausente de la vida de Uzi.

—¿Le pasó algo? —preguntó la chica, quitándose los auriculares.

—Oh, no, no tienes porque preocuparte.

—Ve al grano.

Su padre suspiró. Ya se había acostumbrado a ese tipo de tratos por parte de Uzi.

—Tu madre y yo vamos a divorciarnos.

Al principio se sintió como si alguien le hubiese arrojado un balde de agua helada. Luego sintió ira, seguida de ansiedad y por último, tristeza.

El Vecindario ✮ 「 ✦ Nuzi ✦ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora