𝟐

92 11 0
                                    

N no alcanzó a verla lo suficiente, pero tampoco le dio tiempo a saludarla. La chica se había apartado de la ventana con suma rapidez en cuanto se percató de que la estaban mirando. Se ocultó entre dos cortinas moradas y su sombra desapareció tras ellas.
¿Tenía el pelo morado?, pensó el joven, sonriendo tiernamente, que cool.
Rocky estaba a su lado, observando igualmente hacia la ventana.

—¿Tú si la llegaste a ver? —le preguntó.

El perro lo miró, ladeando la cabeza.

—¡Ya acabamos! —oyó a J.

Se giró y observó a su hermana mayor. Estaba apoyada en el marco de la puerta de entrada, esperándolo. N corrió hacia ella.

—¿A quién stalkeabas? —cuestionó, mirándolo de arriba a abajo.

—Oh, no era nada —se excusó el chico, tocándose los dedos con nerviosismo—. ¿Puedo preguntar algo?

—Depende de lo que sea —le dijo J, dejándolo entrar a él y a Rocky primero.

—¿Cuándo conoceremos a nuestros vecinos?

A N le daba curiosidad saber quién era aquella chica que lo había estado mirando. Vivía justo en la casa de enfrente, no estaría mal hacer una amistad con ella. Después de todo, N era amigo hasta de las piedras.

—Nunca —respondió V, comiendo de una bolsa de patatas y tomando Cocacola.

—¡V! No ensucies el sofá nuevo —la reprendió J.

La de pelo corto bufó y subió a preparar su nueva habitación.

—Recuerda —le dijo N, guiñándole un ojo—. En el camión de mudanzas gané una partida de piedra, papel y tijeras.

V suspiró, frustrada.

—Sí, lo sé, tú te quedas en la habitación con ventana.

El joven soltó una risita, hinchando el pecho en un fingido gesto de orgullo.

—Quizás algún vecino nos invite a comer —respondió J a la pregunta de N, arreglándose las coletas—. Si ese es el caso, aceptaremos la propuesta.

Se escuchó a V protestar desde el segundo piso.

—¿Podéis dejar de hablar de vecinos? —gritó, mirándolos desde las escaleras—. Venid a ver esto.

Todos subieron, incluido Rocky. La chica había descubierto el ático de la casa. Abrieron la mini puerta del techo y una escalera delgada bajó hasta el suelo. Entraron y se llevaron una grata sorpresa.

—Esto es asqueroso —murmuró N, tapándose la nariz.

Había cucarachas muertas por todo el suelo, bolsas de basura que desprendían una pestilencia horrible y alguna que otra rata royendo trozos de comida podridos.

—Bien —dijo J, haciendo una mueca—Ya sabemos por dónde vamos a empezar.

—¿¡Ahora?! —exclamó V, horrorizada.

—No podemos dejar que esto siga... propagándose —explicó la mayor, bajando a por unas pinzas de la ropa para taparse las narices.

Después de un pequeño rato decidiendo quién iba a encargarse de tirar las bolsas de basura, el inocente N fue quien cedió y decidió hacerlo. Agarró unas cuantas y salió de casa, seguido de su fiel Rocky. Los contenedores no estaban muy lejos de allí, así que, de paso podría observar la belleza del vecindario. Estaba vallado y solo se podía entrar con una tarjeta que solo los vecinos tenían. Una carretera en línea recta y con una hilera de casas a los lados se extendía casi hasta el infinito. Árboles decoraban los jardines y todo se veía bastante acogedor.
Al menos es diferente a...

El Vecindario ✮ 「 ✦ Nuzi ✦ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora