Capítulo ocho: noche.

330 40 25
                                    

No sabía si era la lluvia o la tensión del momento lo cual provocaba escalofríos recorrer la espalda que aquella pelinegra que ahora se encontraba tratando de recuperar el aire a bocanadas rápidas mientras limpiaba y quitaba mechones de cabello mojado de su rostro que caía en resultado por la lluvia que los empapaba, el aire frío azotando sus cuerpos cómo una cálida respuesta a la sombría noche que se encontraban ante la luz de la luna, los rayos daban segundos de iluminación lo cual Ling aprovechaba para observar más a aquel extraño hombre el cual no le apartaba la vista a ella y a Orm.

Si se portan bien y me dan lo que quiero, podría satisfacerlas después, me encantan las putas cómo ustedes.

Una carcajada vacía salió de aquel hombre que ahora las veía como un depredador a su presa, acechándolas con una mirada incómoda que hacía aquel momento más amargo de lo que ya era, ante aquel comentario perverso; el miedo y terror de Orm incrementó, temiendo por la seguridad de ambas, se sentía desesperada de no poder hacer nada al estar congelada en el suelo viendo la pelea a pocos metros de ella.

Los hombres como tú sólo hablan porque tiene boca y siempre son los primeros en caer, disfrutare arrancarte tus miserias asquerosas.

Dijo una pelinegra que ahora llevaba una cara de disgusto dibujada en el rostro ante aquel comentario fuera de lugar, apretando el agarre en su navaja y lanzándose con velocidad hacia aquel hombre que también había lanzado un machetazo hacia ella en ese mismo instante provocando que Ling girara justo milisegundos antes de que su arma impactara en el cuerpo de la pelinegra, sintiendo aquella conocida ráfaga de aire rozar su cuerpo al haber esquivado aquel machete que iba a ella con velocidad, deslizándose sobre el lodo entre medio de las piernas de aquel alto hombre, tomando postura en sus espaldas ya que sería más fácil de atacar al ser tan diferentes en tamaños. Y no dudó en dar la primera estancada, estaba en lo correcto cuando pudo ver el pase libre y sin pensarlo acuchilló el costado de aquel hombre, apuñalandolo.

— ¡Maldita zorra! Me las vas a pagar.

Grito en voz alta volteándose rápidamente mientras cubría su costado donde había sido apuñalado con su mano, levantando esta para observar lo que segundos antes había sentido chorrear, sangre salía de su costado en señal a la herida que le había hecho la pelinegra.

— ¡Que esperas, eso quiero ver!

Una muy enojada pelinegra lanzaba apuñaladas una y otra vez al cuerpo de aquel hombre de alta estatura el cual trataba de seguirle el ritmo y esquivar pero sólo se encontraba con la rapidez de aquella mujer que no le dejaba ver ni su sombra, se encontraba cegada del enojo después de haber escuchado sus asquerosas palabras.

Ling aprovechaba su estatura al ser más pequeña que él y usaba su agilidad para evitar ser atacada por aquel hombre que daba machetazos a todos lados sin parar, la pelinegra tratando de mantener una distancia considerada y quedarse la mayor parte del tiempo en las espaldas de aquel hombre el cual con el paso de los segundos sólo se enojaba más y más, pero Ling había cometido un pequeño error que pensaba que era ventaja, había dejado a Orm a descubierto y a toda disposición para que aquel hombre la atacara si quisiese, y fue lo que hizo.

Con rapidez ajustó el agarre en su machete y corrió hacia Orm con jadeos de dolor y rabia total en sus ojos, estos se encontraban rojos y daban una expresión de desesperación, sintiéndose frustrado y humillado al no poder hacer nada contra Ling la cual solo hacía más lento su destino, jugando con él para ser sinceros y Orm era su forma de pagar los platos rotos, la cual se encogió en su lugar tirada en el lodo, abrió los ojos en total terror mirando la repentina acción del hombre, su respiración quedándose atascada en su garganta viendo en cámara lenta como levantaba aquel machete con la intención de dañarla.

𝑬𝑭𝑰́𝑴𝑬𝑹𝑶 | LINGORMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora