Me Amarás En Un Café

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 Cambiaré lo que es verdadero. Incluso si es una realidad cruel. Será un desastre teñido". Vivid Vice – Who-ya Extended (Versión acústica).

Miro a mi alrededor. El lugar está más lleno que de costumbre. Se supone que vengo aquí por la tranquilidad y a estar unos momentos solo, pero hoy no es así. ¿Será por la lluvia? Posiblemente, después de todo ¿Qué mejor lugar para refugiarse de la fría lluvia que en una cafetería? El lugar esta abarrotado.

—¿Desea algo más, caballero? —

Me pregunta la mesera mientras me sonríe de forma amable como de costumbre mientras coloca una taza de café helado frente a mí. Le respondo con una sonrisa amable tan fingida como la de ella.

La lluvia golpea la ventana a mi derecha. Observo el exterior a través de mi reflejo distorsionado por el agua y me siento tan vacío y frío como la llovizna. ¿Mi vida es tan mala o soy yo quien la vuelve más mala?

Escucho a una pareja reírse en el fondo, a otro par de amigos sentados en la barra hacerles segunda. Sonrío mecánicamente al notar esto. ¿A caso me volví incapaz de sonreír de corazón en la realidad con la que vivo?

Los coches pasan a prisa por la calle y salpican de agua las ventanas permitiendo que por unos breves momentos pueda ver de forma clara al exterior antes de que el agua distorsione la imagen de nuevo. Me provoca náuseas.

Mi vida es como el reflejo en esa ventana. Una continua perturbación e incertidumbre con breves momentos de claridad y profundidad. Lo único que me da esos pocos momentos de lucidez es esta cafetería, pero incluso el día de hoy, no puedo sentirme así.

Con tanta gente aquí, lo que quiero es huir, pero ¿Debería hacerlo? Escapar una vez más de lo que me agrada solo porque hay algo que no deseo me parece una crueldad hacia mí mismo, pero ¿Por qué quedarme?

Las campanas en la entrada suenan sin parar. El lugar pronto se abarrota de gente y mi lugar seguro y tranquilo es solo ruido ahora.

Doy un trago a mi café intentando conseguir algo de calma, pero me sabe distinto. Pido un Latte Helado para no preocuparme porque se enfríe y tomarme mi tiempo para disfrutarlo, pero ¿Qué pasa está vez? ¿Qué es lo que está mal conmigo?

Las campanas suenan una vez más y el estómago se me revuelve. ¿Cuánta más gente piensa entrar en este lugar? Aparto mi vista de la ventana y miro al frente con una sonrisa fingida que oculta una ira acumulada a punto de estallar.

La imagen es clara, pero en mi interior todo se mueve, más no se distorsiona. Dentro de mi fluye un torrente de emociones que me inunda en un instante. Un río en el cual puedo ver mi reflejo definido y más allá.

Empapada mantiene una sonrisa y una expresión de ligera timidez. Tan cálida, tan carismática. Mira a su alrededor con sus ojos color miel esperando encontrar un lugar donde sentarse y el único asiento libre es frente a mí.

Camina lentamente, con timidez encogiéndose de hombros. Su cuerpo se estremece ligeramente y se acaricia los brazos con sus manos. Lleva consigo un vestido azul cielo con pequeños detalles blancos oscurecidos por toda el agua que absorbió la tela. Su tez es de una tonalidad media clara, pálida por el frio, pero su nariz y pómulos mantienen su rubor como una respuesta del cuerpo a mantener la sangre en las partes vitales. Un rubor natural que hace resaltar sus ojos dorados y sus labios pintados en un color ciruela.

Se detiene justo detrás del asiento frente a mí y me pongo en pie tan rápido como un plebeyo haría ante la realeza, pero ¿No es acaso esta chica una reina?

—Disculpa, no quiero importunar, pero ¿Sera posible que me pueda sentar? —

Su voz es suave, cálida y gentil, pero resuena en mi interior callando el ruido de todo mi mundo.

Me Amarás En Un CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora