Tsumugi Kotobuki

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La murria grácil del ajonjolí
aunose al alborozo de las fresas,
en un melifluo coro de grandezas,
del símil de la calma y frenesí.

¡Tus cantos son de un ángel, popurrí!
¡Un rondo delicioso de turquesas!
Tus ojos te develan las bellezas
del néctar de un abstracto colibrí.

Mostraste un alfeñique rubicundo
cual alelí prolífico del mundo.
El fausto de los rábanos untuosos

es el ánima provecta de tu ser,
que comparte pastelillos jocosos
e infusiones con luz de tardecer.

Sonetos del téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora