Maquetas y Microcuentos

Enigmática.

Ella tenía esa belleza oscura que solo otro alguien oscuro puede ver...se movía con una gracia que solo yo veía cuando la seguía todos los días por sus típicos recorridos después de clases, bares en donde solo tienes voz para hablar con una copa en la mano. Ella tenía un novio de esos que le tocan canciones en una guitarra que no saben de donde salió, de esos que la llevaba a conciertos clandestinos y mientras ella se maravilla él va con otras, con otras a baños que no se usan para lo que se crearon, de esos que pelean en las mesas de villar y reciben los puñetazos entre carcajadas, pero ella siempre estaba ahí...sacaba la cabeza por la ventana mientras el conducía, ella era mi vida, ella era la perfección imperfecta, era fuerte pero a la vez tan delicada, su mente era un águila y su espíritu una mariposa. Le dice a él que lo ama pero no es verdad, ella lo necesita para ser quien quiere ser, para que ambos sean esa pareja que come hamburguesas en el pronto copec, esa pareja que le tira piedras a las casas y juegan al "rin-rin raja" porque saben que nunca vivirán ahí, que no será su hogar, porque su hogar son ellos mismos. El ying y el yang en equilibrio pleno, eso creía ella hasta los días que empezaron a llegar de a poco, esos días donde eran yang y yang y las piedras eran demasiado pesadas , los timbres estaban rotos y los conciertos ya no eran tan buenos. Ella, la enigmática, ella mi único deseo de cumpleaños. Ella, a quien había visto dibujar durante todas las clases de cálculo e igual pasó el ramo...quien dibujaba flores, figuras, ojos delicados y pasivos ahora dibujaba solo garabatos al azar, ojos caídos, de mil trazos, trazos fuertes, duros, facciones demasiado definidas...y ahí lo supe, su mundo iba demasiado rápido y su fuego ardía excesivamente, las velas que brillan mucho no duran toda la noche.

Ella tenía miedo, tenía miedo de dejarlo y con el dejarse a ella misma porque efectivamente no sabía quien era ella misma, y me pregunté como un demonio puede parecerse tanto a un ángel...o quizás es un ángel y finge ser demonio.

Varias veces la había visto en el balcón de su casa fumándose un cigarro y mirando al cielo con una mezcla de esperanza, enojo, tristeza, no lo sé, sus ojos eran mi abismo aunque para muchos solo eran cafés, simples, de raíz, de la tierra, del chocolate y la madera...esa madera dura y suave como ella misma, la madera de aquella condenada guitarra...la de su cama y la de mi cama, donde cada noche fría la pensaba de manera divina. Sí, la pensaba y cerraba los ojos pensando que cuando despertara estaría a mi lado, eso parecía tan irreal hasta aquel día...

Aquel día, sabía que desde hace una cuadra alguien más la seguía aparte de mí, la diferencia es que la otra persona la seguía de una manera totalmente hostil, querían asaltarla, eran más de las dos de la mañana y debió estar al menos un poco borracha porque no se dio cuenta de que yo y otro más la seguíamos a toda velocidad. Él se lanza, le grita, la amenaza, ella lo golpea y en la mirada del delincuente noto que va a matarla, está tan furioso que no lo piensa dos veces, saca su navaja y aparezco...en ese mismo segundo para recibir todo el frío del acero en mi estómago, el asaltante corre y caigo de espaldas, ella se abalanza rápidamente al lado mío, por primera vez el ángel de la guarda no es ella si no yo, está tan cerca y me mira y llora y se que me reconoce, sé que lo ha entendido todo o quizás la mitad, no creo que sea momento de preguntar "¿qué haces aquí?", sabía que el sentirme tan vivo solo podía tener el precio de la muerte, y me abraza, y se llena las manos de sangre, sangre mía, cierro los ojos y los abro, ella está ahí, con la mirada perdida en mí, cumplí mi sueño, lo último que veo es su novio saliendo de un bar cercano, preocupado por la tardanza de ella seguramente, esbocé mi última leve sonrisa, me hubiera gustado levantarme, seguir viviendo 5 minutos para reír con ganas y decirle al rey que no lo necesitamos, el peón solo pudo salvar a la reina.