Socorro.

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Socorro miraba las vitrinas de manera distinta a como lo hacían sus amigas, siempre había sentido una gran admiración por los maniquíes, lo humanos que podían verse y aun así no tenían lo fundamental,

ni alma, ni conciencia, ni espíritu, ni corazón, ni mucho menos razón.

"Son solo la coraza", este pensamiento había hecho que Socorro llegara a ser un maniquí, porque ellos pueden ser cualquier cosa, un astronauta, una enferma o un enfermo, quizás hasta un vaquero.

"Quiero que te mueras" le dijo ella al maniquí con los ojos entre cerrados, pero este no respondió, seguía en la misma posición.

Quizás Socorro era una especie de fetichista de los maniquíes,

"Quiero ser como tú", le dijo al objeto inerte, mientras se le caía una lágrima.

Caminó hacia su casa en silencio, un silencio solo interrumpido por el sonido de las hojas al crujir en el suelo.

 Aunque nunca llegó, pues nunca pasó de esa línea, su creador no pudo seguir escribiendo sobre ella ya que le habría quitado la esencia, el olor a Chanel Nº5 y el rostro imaginario de un maniquí.


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