Primer Acto

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Mi relato comienza al momento de abrir mis ojos, encontrándome en medio de la nada. Y lo digo enserio, no había nada a mi alrededor, todo estaba en un blanco absoluto. Me agaché un poco para tocar el piso, comprobando que estaba liso, no había ninguna griega o bulto, incluso no había rastros de arena, plantas o bichos. Observo el cielo y noto que no estaba el sol, pero noté que podía ver mi sombra, preguntándome mentalmente: <<¿Donde estoy?, ¿Que es lo que ilumina este lugar si es que puedo ver mi sombra?>>.

Mientras buscaba una respuesta lógica caminé sin rumbo, tratando de salir de esta "Nada". Si, así llame este lugar, la "Nada" por que ya saben, no había nada a kilómetros de mi alrededor.

-La "Nada"... -Susurré para mí mismo-, es relajante y bonito, pero me da miedo estar solo siempre.

Seguí caminando por aproximadamente una hora, me dolían los pies mucho, y aunque no sentía mucha hambre o sed, sentía un extremo cansancio por lo que decidí sentarme un momento y descansar. Cerré los ojos por un minuto y sin darme cuenta me quedé profundamente dormido.

No me di cuenta de cuanto tiempo permanecí dormido, tal vez un par de minutos, o unas cuantas horas, pero al momento de despertar algo extraño había sucedido: me encontraba en medio de una pradera llena de flores de muchos colores y arboles enormes, llenos de diversas frutas tales como manzanas, bananas, fresas y naranjas. El césped tenía un tono amarillento y estaba húmedo. El sol apareció de la nada, pero lo mas curioso fue que se veía mas grande de lo normal, además de que no sentía su típico calor reconfortante. Parecía cono si estuviera apagado siempre.

Me levante del césped para observar que otra cosa había cambiado. Nada interesante, excepto que apareció un camino de tierra y un punto borroso que se veía a lo lejos. Salí del campo para poder seguir mi trayecto hacia ese punto.

-Tal vez sea una ciudad, o una trampa -Dije en voz alta-, pero sea lo que sea iré a investigar un poco.

Caminé por un largo rato, notando que el punto borroso se hacia mas grande y tomaba forma de edificios de todos colores. Eran unos edificios muy grandes con muchas ventanas de estilo clásico, pero lo mas curioso es que había uno en particular que era el mas grande de todos por unos 50 pisos, sus colores no eran tan llamativos que los demás ya que tenia un color oxidado o de un negro tenue. La ciudad estaba rodeada de un muro alto e imponente de color plata, hecha de grandes piedras unidas entre sí, la entrada era un puente de sólida madera de roble, sostenida por un par de cadenas oxidadas las cuales parecían tener siglos sosteniendo aquel puente, pero estaba equivocado ya que al tocar algunos eslabones eran lisos y brillaban a la luz del cielo. Los eslabones estaban nuevos, siempre relucientes.

Crucé el puente con un nerviosismo absoluto, dando pasos muy cortos esperando si alguien me detendría el paso y me negaría la entrada, o por si algún ladrón intentaba robarme algo, aunque no llevara nada importante temía a que me robaran mis ropas.

Al llegar al gran marco de la muralla no vi a ningún guardián o persona que pasara por ahí, así que di mis primeros pasos para cruzar y adentrarme a lo que sería la aventura mas grande de mi corta vida.

Mi mente, mi realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora