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Satoru tocó la puerta de madera con sus nudillos dos veces sin esperar que se abriera lentamente. Se asomó por el espacio con curiosidad teniendo una vista de la espalda de Bedelia frente a las puertas corredizas de cristal pertenecientes al balcón. Afuera estaba lloviendo causando una grisácea neblina por encima del verde de la vegetación y edificios vecinos de la escuela. Su cabello negro caía suelto sobre la manta que le cubría, limpio y cepillado en vez de la coleta alta que siempre usaba.


El mencionado lo tomó como una señal para entrar y cerrar la puerta detrás suyo. Con paso lento caminó hasta quedar a su lado y poder verle mejor. Tenía la mirada perdida en la vista al exterior, el rojo de sus pupilas aún presente aunque tenue, apenas notable. De igual manera usaba ropa cómoda como lo era un pantalón deportivo y playera una talla más de lo debido. Le era extraño verla de esa manera tan...cotidiana.


—Hey...—sostenía una taza de té viéndola bajo los lentes de sol—sólo quería asegurarme de que estuvieras bien. Y te traje esto.


Ella permanecía inmóvil, parpadeando lento. Cansada.


Así que dejó el té en su mesa de noche. Volvió a donde estaba parado y le observó por unos segundos antes de tomar la silla que yacía junto a las cortinas y acercarla al borde de la cama junto a ella. Se sentó usándola al revés con ambas piernas a los lados del respaldo y descansando sus brazos en el, analizando su rostro inexpresivo. Las envolturas de dulces americanos a los pies de la cama. La maleta abierta en el piso.


—Es un gyokuro—comenzó a hablar refiriéndose al té—no sé si lo has probado antes pero es el tipo de té más dulce de todos y mi favorito. Lo hice yo mismo para ti...y no es por presumir pero me sale muy bien.


No se movió, no habló. Esperó unos segundos antes de volver a hablar.


—No sabía que tu cabello era así de corto—puso su barbilla sobre los brazos—lo imaginaba más largo.


Sin respuesta. Juraba que estaba muerta de no ser por el tenue subir y bajar de su pecho al respirar.


—¿Sabes? Ese rojo me recuerda a caramelos de cereza.


Silencio.


—Me gustan mucho los caramelos de cereza.


No hubo palabras pero sí un ligero cambio en su postura, como si se hubiese picado con un alfiler.


A mi también, guapo y maravilloso compañero Satoru—se respondió solo con voz aguda, tratando de imitar una voz femenina—¡wow tenemos tanto en común!


Nada. Hizo pucheros apartando la mirada a la lluvia.


—Si, muchísimo...—murmuró ahora con su voz normal contra las mangas de su chaqueta. Soltó un suspiro exagerado mirándola de nuevo—ugh ¿qué estoy haciendo? Quizá me odias o eres muda. Apuesto a que eres una muda que me odia. O capaz ni entiendes japonés.


Se levantó de la silla llevándola de nuevo a su lugar con cierta pereza en sus movimientos. La miró de nuevo una última vez esperando que siquiera le devolviera el contacto visual pero no. Así que sin decir más dejó la habitación.


Bedelia miró al suelo donde estuvo parado, la silla que había tomado y después al té. Lo pensó unos segundos antes de que con manos temblorosas lo tomara, casi echándoselo encima por la debilidad de su cuerpo entero. Sopló el vapor antes de darle un sorbo.


Tenía razón, era más dulce que otros tés y no era sorpresa que le gustase por eso mismo. Sintió el líquido caliente bajar por su garganta y cerró los ojos perdiéndose en la sensación, visualizando su rostro amable mientras una lágrima de sangre bajaba por su mejilla siendo otro efecto secundario más de la cacería del día.


No entendía porqué su compañero era tan amable cuando lo único que hizo fue ignorarlo y alejarlo por su propio bien. No salió de su habitación en todo el día.


Fue hasta la mañana siguiente que tras observar la neblina de la primera hora, tomó una de las hojas de su cuaderno para escribir con tinta negra antes de salir con chaqueta puesta. Y basándose en su rastro de energía maldita dio con su habitación.


Satoru se encontraba abrochando su camisa junto a la cama cuando un papel se deslizó bajo la puerta. Frunció el ceño acercándose para tomarlo y abrirlo al haber estado a la mitad.


"Gracias por el té, me gustó mucho :)"


Sonrió descartando la idea de que no sabía japonés. No podía explicarlo pero estaba feliz de que por fin le diera señales de vida. Mientras tanto Bedelia se levantó del suelo tras unos segundos para poder volver a su cuarto cuando el papel fue regresado. Ladeó la cabeza confundida y volvió a ponerse de rodillas para poder levantarlo.


"Hay un postre que queda perfecto con el té.
Apuesto a que te gustará también"


Ella sacó la pluma del bolsillo para responder y devolverlo.


"Quisiera probarlo si no es molestia"


El de ojos azules volvió a sonreír. Era un gran avance. Su siguiente movimiento fue abrir la puerta tomándola por sorpresa. Bedelia se levantó al instante llevando sus manos a la espalda con la mirada fija en lo que había detrás suyo.


—Entonces, ¿desayuno juntos, compañera?


Asintió curveando ligeramente la comisura de sus labios, gesto apenas notable. Uno del que Satoru desde luego se dio cuenta.

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⏰ Última actualización: Sep 26 ⏰

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wiped out!  ⛧  gojo satoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora