La celda estaba fria.
Eso fue lo primero que notó Mai cuando la empujaron a la celda de la prisión. Mai podría no haber sido una maestra fuego, pero todos los ciudadanos de la Nación del Fuego tendían a ser naturalmente de sangre caliente, con su tierra teniendo un clima más cálido y sus edificios bien calentados para mayor comodidad. Pero la comodidad y el hogar estaban muy lejos en ese momento.
La segunda cosa que notó Mai fue lo oscura que estaba la celda. No había ventanas y la única luz que entraba era una pequeña ventana enrejada en la puerta, a través de la cual los guardias podian mirar fijamente.
Mai sólo tuvo una fracción de segundo para asimilar ese pequeño y lúgubre espacio antes de que el guardia del pasillo empujara a Ty Lee también dentro. Ty Lee tropezó con Mai, quien se dio la vuelta y la atrapó antes de que cualquiera de las dos pudiera caer. Ahora ambas estaban frente a la puerta de la celda y al guardia. El guardia las miró con una expresión que mezclaba confusión y desdén. Mai sabía que no entendían cómo Mai y Ty Lee podían haber traicionado a Azula cuando eso significaba renunciar a sus puestos de alto rango y a su libertad. Mai estaba bien con eso. No ansiaba la comprensión de nadie que siguiera órdenes ciegamente.
El guardia cerró la pesada puerta con un ruido sordo. Mai y Ty Lee escucharon el sonido de una cerradura al cerrarse. Se quedaron alli un momento más después de que el ruido se detuviera, mirando fijamente la puerta. Entonces Ty Lee se estremeció — H-hace frío aquí — susurró. Su voz sonaba igual que siempre, aunque con un matiz de miedo, y su familiaridad tranquilizó a Mai. Le encantaba la voz de Ty Lee, aunque nunca lo admitiría voluntariamente.
— Estamos bajo tierra rodeados de metal — dijo Mai en voz baja — ¿Qué esperabas? —
Azula había ordenado que las arrojaran a las dos a la celda más baja de la prisión, enterrados en las entrañas de la instalación, lejos de los demás reclusos. Probablemente había querido que se sintieran aislados. Esa táctica podría haber funcionado con Ty Lee, pero Mai disfrutaba de la soledad, siempre y cuando tuviera a la persona que más amaba con ella. Y afortunadamente, todavía la tenía.
Ty Lee se alejó un paso de Mai, pero siguió sosteniendo la pálida mano de Mai para que permanecieran conectadas. Mai ni siquiera se había dado cuenta de que le había tomado la mano. Ty Lee examinó el colchón de aspecto incómodo que había en el suelo. Le dedicó a Mai una sonrisa forzada y llorosa — Podemos compartir — dijo — Siempre he querido compartir la cama contigo —
— ¿Cómo puedes ver el lado positivo en un momento como este? — preguntó Mai con una risa incrédula.
— Uno de nosotros tiene que hacerlo — respondió Ty Lee con sencillez — Y todos sabemos que no serás tú. Mira las paredes, ¡son bonitas y grises! Te gusta el gris, ¿no?. Yo podría haber elegido un poco de rosa... —
Mai observó cómo Ty Lee parloteaba, hablando de todo y nada. Vio cómo su determinación se resquebrajaba. Mai conocía a Ty Lee desde hacia tanto tiempo que pudo ver la grieta de inmediato cuando nadie más habría podido hacerlo. Mai extendió un dedo hacia la mejilla de Ty Lee y lo mantuvo alli un momento. Mai atrapó la primera lágrima cuando cayó.
Ty Lee parecía desconcertada por sus propias lágrimas, mirando a Mai con los ojos muy abiertos — Que... que.... — Mai la miró con su expresión pétrea habitual. Trató de transmitir en silencio que estaba alli. Era sólida. Era capaz de lidiar con cualquier emoción que Ty Lee estuviera sintiendo.
De alguna manera debió haber tenido éxito, porque se le llenaron los ojos de lágrimas y Ty Lee comenzó a sollozar. Enterró su rostro en la parte delantera del vestido de Mai. Mai acarició la nuca de Ty Lee, apartando los mechones de cabello castallo claro que se habían soltado de la trenza de la artista.
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Mi Luz en La Oscuridad |ATLA|
RandomSipnosis: Después de desafiar a Azula, Mai y Ty Lee son arrojadas a una celda de prisión lúgubre y aislada, con la promesa de quedarse atrapadas alli para siempre. Pero se tienen la una a la otra.