Capítulo único

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I

Trata, siempre trata, pero cada vez se vuelve más difícil ver la melancolía en los ojos negros de Eiji. Después de la cena, Sing lo deja sentado y taciturno en el comedor y entra al dormitorio. Cierra la puerta tras de sí. A oscuras enciende el ordenador y la luz de la pantalla ilumina su rostro, Sing espera.

—¿Ya estás satisfecho? —Las palabras salen de su boca impregnadas de rabia—. Eiji es completamente tuyo. ¿Es lo que querías? ¡Tienes que dejarlo ir, Ash! ¡Déjalo ir ahora! ¡Eiji tiene derecho a ser feliz!

Una lágrima se resbala por su mejilla pálida y a esa siguen otras más. Está harto de esperar, de verlo infeliz y atascado en los recuerdos.

Sing sabe que no puede suplantar a Ash, nadie podría, pero sueña con algún día ser la causa de la sonrisa de Eiji.

Sí, es lo que quiere, que su amigo siga con su vida y deje de estar enredado en el pasado, sin embargo, él tampoco puede deshacerse del maldito rubio. De esa fuerza arrolladora que fue Ash, que envolvió a aquellos que lo conocieron como si de un poderoso huracán se tratara, que los impactó con fuerza y se quedó para siempre en la memoria de todos ellos. Y luego, sin más los abandonó dejándolos huérfanos. ¿Hay alguien más cruel que Ash? Quien lo conoció, jamás volvió a ser el mismo.

Sing, se limpia las lágrimas con el dorso de las manos y abre uno de los archivos, no importa cuál, todos son fenomenales, todos fueron escritos por él. Porque aunque lo desea, tampoco puede olvidarlo.

Lee el archivo, que esta vez habla de la economía mundial, y, como siempre, queda fascinado. Ash solo era un maldito mocoso de dieciocho años cuando lo escribió, un jodido prodigio con un cerebro envidiable.

Los minutos pasan y Sing se sumerge en la mente de esa brillante y asombrosa fuerza vital que fue Ash.

II

Eiji se levanta con parsimonia y camina hasta la cocina, va a lavar los trastes, sin embargo, ve que todo está limpio. Sing se encargó y ni siquiera se dio cuenta.

El japonés había llegado animado, le está yendo bien y pronto dará una exhibición de fotografía. Sing había entrado mientras preparaba la cena y como otras tardes empezaron a conversar de su día. El joven universitario le habló sobre lo que había hecho en clases y Eiji le dijo que ya había seleccionado las mejores fotografías para la muestra, esas que reflejaban la dicotomía luz y oscuridad que caracterizaba a Nueva York... "Lo sórdido y lo dulce, lo terrible y lo bueno, todo está aquí". Y entonces pensó en él, se perdió en los recuerdos de un pasado que se negaba a dejar ir.

Eiji suspira, sale de la cocina y se encamina al cuarto oscuro, su refugio secreto dónde lo tiene encerrado. Buddy, el Golden Retriever que rescató de la basura, lo sigue animoso. Amo y mascota se encierran dispuestos a sumergirse en la belleza y el dolor que entraña cada fotografía que guarda allí

III

Busca la caja con las diapositivas y el proyector, lo enciende. Apaga la luz. Aparece la primera fotografía y de inmediato también lo hacen las lágrimas.

La diapositiva se refleja en la pared, en ella, Ash mira a la cámara con una sonrisa ladeada mientras seca su cabello húmedo. A esa primera siguen más. Pronto las pupilas oscuras de Eiji se llenan de la luz dorada de su cabello rubio, del brillo de sus ojos verdes jade, de su piel de porcelana, pero por sobre todo, de esa presencia poderosa que parece llenar por completo la habitación aunque sea solo una imagen en 2D. Lo siente vivo a su lado, le parece oír el tenue murmullo de su respiración, el calor de su cuerpo como si sus brazos lo rodearan, el peso de su cabeza en las piernas mientras llora desconsolado.

Mi alma siempre está contigo (Banana Fish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora