Prólogo

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Luego de que Oliver se fuera con el Monitor, Felicity se siente como si estuviera flotando.

No es un buen tipo de flotar, como cuando tu alegría te consume tan completamente que sientes que tus pies se levantan del piso y estás en el aire por la gran cantidad de felicidad que hay dentro de ti.

No, este es el otro tipo. El tipo en el que estás atascado, tan concentrado en los burbujeantes sentimientos de náuseas y un inexplicable peso en tu pecho que la persona consciente de los movimientos a tu alrededor se siente completamente separada de tu propio ser.

El peso parece latir fuertemente mientras Felicity se concentra en su respiración, sus ojos mirando las formas que se mueven en la televisión pero sin escuchar ni prestar atención. Sabe que debe concentrarse, esforzarse y estar atenta. Ella no es la única en la sala y su compañía la necesita.

Sin embargo, es imposible para ella pensar en otra cosa que no sea Oliver y la expresión de su rostro la última vez que lo vio. No puede evitar recordar lo asustado que se veía, lo aterrorizado que había estado al darse la vuelta y salir por la puerta, dejándolos solos. Ella le había hecho una promesa, un voto de encontrar a William sin importar qué, pero ¿cómo puede hacer sin él?

La idea de no volver a mirar a sus hermosos ojos azules, nunca volver a tenerlo en sus brazos, o ver la forma en que todo su rostro se iluminaba cada vez que miraba a sus hijos... es lo que pesa sobre su pecho, la idea de que ella nunca vuelva a tener la esperanza que viene con la idea de verlo. La empuja hacia abajo y la arraiga al lugar donde se sentó como si fuera su propia gravedad personal del que no puede sacudirse.

El duro aguijón de la realidad está comenzando a asentarse ahora en su corazón, recorriendo cada centímetro del cuerpo de Felicity hasta que no hay ninguna parte de ella a la que pueda escapar. Es extraño, ella supone que ha estado viviendo aturdida desde que Oliver se fue, tomando cada día como viene con la suposición de que no duraría para siempre. Ahora, tiene que enfrentar la realidad de que su vida durante los últimos cuatro meses podría ser su vida por el resto de sus días.

Madre soltera de dos hijos, trabaja tan duro como puede en su empresa mientras hace todo lo posible por mantener su propia salud mental personal. Ha sido una pesadilla y la perspectiva de que sea todo su futuro es abrumadora.

La idea de que algún día podría junto a Oliver buscar a William o cómo Mia casi puede caminar ahora ha sido una de las únicas cosas que la guiaron. Ella ha estado pensando en cómo se sentiría algún día sentir sus labios inclinados contra los suyos de nuevo, los dos volviendo a casa el uno al otro mientras finalmente reclaman su recompensa por todo lo que han sacrificado. Ha sido su luz al final del túnel, su propia estrella del norte personal.

Ahora la noche es oscura, el cielo desolado y la idea de encontrar una manera de levantarse de este fondo rocoso figurativo parece imposible.

De repente, escucha el fuerte estruendo de una voz conocida muy asustada, hace que Felicity salte de su piel, forzando su concentración de regreso a la habitación.

Ella mira hacia arriba para ver a Mia, con su rostro contorsionado por el miedo como si supiera lo que está pasando con su padre y los fuertes gritos de la televisión se suman a la repentina cacofonía de ruido.

Felicity toma instintivamente al bebé desde donde está sentada en el sofá junto a ella, abrazándola y meciéndola por rutina para tratar de calmarla mientras mira hacia el televisor.

Felicity sabe que todo es una farsa y ella solo accedió a ver el programa para tratar de despejar el nudo en su corazón.

Felicity suspira profundamente, sin saber qué decir o hacer para calmarla. Ella no puede mejorar esto con palabras y se siente tan indefensa como desde que llegó Diggle, la expresión de aprehensión en su rostro le dice a Felicity lo que ella cree que ya sabía. Sus sentimientos han sido prácticamente imposibles de descifrar, pero el fracaso ha sacado el brazo claramente mientras ve a su hija desmoronarse.

El viaje de Black starDonde viven las historias. Descúbrelo ahora