capítulo 39 camino a Brooklyn

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       Estaban afuera, bastante retirado del local, don Miguel, Fausto y dos personas que eran parte del personal de seguridad que hablaba español. Al hombre del anillo no lo dejaron salir del local. Por la solicitud de la administración del local, querían dejar las cosas así, bajar las aguas a su nivel, como si no hubiera pasado nada. Don Miguel seguía algo alterado e incoherente por lo que uno de los "bouncers" le preguntó a Fausto si don Miguel estaba ebrio. Pareció estar desconcertado cuando le contestaronque ni media cerveza había completado. Don Miguel la había dejado caer tan pronto vio a "Smeagol". 

-Vamos a dejar las cosas así. No lo vamos a denunciar a la policía si te lo llevas de por todo esto y nunca, nunca vuelven por aquí, ni siquiera por los alrededores.

    Fausto apartó un momento a su jefe.  En voz baja le dijo que era momento de irse ya que ellos llamarían a la policía, pero su jefe seguía algo alterado y seguía hablando incoherencias entre lo que sobresalía referencias a hobbits, un reino llamado Gondor, que si el Señor Oscuro; pero sobretodo del dichoso anillo de compromiso de aquel hombre,  cual lo confundía con un anillo maligno. 

-Patrón, nuestras chicas. Nuestras doncellas!

-Oh Sancho! Tienes razón. Tengo que encontrar a Dulcinea. Esta ciudad es maligna. Demasiados seres malignos ya me he encontrado. Y los que faltan, Sancho. Oh Dios(mirando hacia el cielo-Perdonádme Dulcinea, amada mía. Te rescataré(esa última oración gritada).

      Empezaron a caminar en otra dirección, aunque antes de alejarse se acercó a ellos un hombre muy bien vestido, quien andaba acompañado de dos mujeres. Luego de presentarse, él les dijo:

-Escuché al señor preguntando por unas dueñas de un pub. Ustedes parecen buenas personas. Creo que se seguirán metiendo en problemas.

-Usted quien es?

-Disculpa, soy Pedro Domínguez, nacido en la República Dominicana. Tu acento  mexicano te delata, pero el viejo, lo digo con todo respeto, debe ser bori.

-Viejo tu abu(lo interrumpió Fausto.

Patrón, déjelo hablar por favor.

      El hombre continuó diciendo: 

-Un gran amigo mío tiene un pub-restaurant en Brooklyn. Cierra bien tarde, puedo enviarte la ubicación por si quieres llegarle. Él conoce muchas personas. Eso sí, allá no pueden andarse metiéndose en problemas. Tampoco llamarían a la policía, es decir, los sacarían a puños y patadas si hacen un espectáculo como el que acaban de hacer. 

-Eh, patrón qué crees?

-Don Miguel quedóse pensativo... tras  Fausto  recordarle sobre Dulcinea, fue que dejó salir palabras de su boca:

- Tienes razón, Sancho. Hacia la próxima aventura!

Ahora tienes energía patrón?

-Hoy, mañana y siempre.

         Luego de agradecerle Fausto al hombre, junto a don Miguel siguió caminando. Rato después ya no estaban en la calle donde estaba el pub subterráneo. Fausto se detuvo un momento a mirar la pantalla de su teléfono, específicamente en la aplicación yoogle map la localización de Pedro's Diner & Bar en Brooklyn, en específico entre la avenida Flushing y la avenida Evergreen. Don Miguel se detuvo también al darse cuenta que caminaba adelante solo.

-Patrón, tenemos que coger el tren 4, de ahí nos bajamos, caminamos y cogemos otro tren, el L, en la estacion 14 St Union Sq. Entonces(vio algo y dijo). Mejor no. Taxi pare(eso último gritado)

       El taxi se detuvo varios metros más adelante. Fausto agarró la mano derecha de su jefe y lo hizo correr junto a él por la acera hasta detenerse frente al taxi, por el lado del conductor. En ese entonces, don Miguel dio  varios pasos hacia atrás y le dijo en voz alterada a su empleado:

- no me voy a montar en eso.

-Porqué no patrón?

-Es un maldito abejorro gigante.

-Qué dices patrón?

-Lo que oiste. Es que no ves. Sois ciego, Sancho.

      Fausto miró el taxi, miró a don Miguel, , miró el taxi, miró a don Miguel. Dijo con rostro confundido:

-En serio patrón? Yo solo veo un taxi amarillo. Es uno de mis sueños, montarme en uno de los famosos taxis amarillos de Nueva York.

-Taxi? Vos sois ciego. No ves la maldita abeja gigante. No escuchais su zumbido?

-Eh, yo solo escucho el ruido del motor, que por cierto, yo creo que necesita reparación(eso último lo dijo para sí en voz baja).

       De inmediato el conductor del taxi bajó la ventana y les dijo en español:

-O se montan o qué, no tengo toda la noche para ustedes.

-Patrón, ándale.

-Está bien. Si el fortachón de la lucha libre pudo viajar en un abejorro gigante en aquella isla fantástica o misteriosa, como yo, don Quijote de San Juan, valiente caballero. No podría hacer lo mismo? Allá voy Dulcinea!

     Finalmente abordaron el taxi...

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