𝐼: 𝑀𝒾 𝓂𝓊𝓈𝒶

118 23 9
                                    

△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽

Oscuridad, nada más que la oscuridad absoluta extendiéndose en todas las direcciones.

Después de millones de años encerrado, Bill Cipher finalmente había encontrado una manera para escapar del Teraprisma, huyendo sin siquiera pensarlo dos veces. 

Actualmente, en el lugar más oscuro y desolado que conectaba con todos los universos existentes, el único euclidiano vivo se encontraba haciendo un trato con la oscuridad misma. Despojado de la gran mayoría de sus poderes y con el cerebro algo lavado por las terapias, Bill necesitaba empezar a recuperar lo que alguna vez tuvo.

Ambas entidades se tomaron de las manos, un suave apretón de manos para sellar el trato, y el característico fuego azul de Bill se vio opacado por una pesada nube oscura que envolvió su mano casi por completo.

—¿Qué harás cuando vuelvas a verlo? —preguntó el vacío, con su voz tan fría como el hielo.

Bill se tomó el tiempo de pensar su respuesta, sin saber que era lo que realmente quería ahora, pero finalmente dio una respuesta vaga: —Voy a hacer las cosas bien esta vez...

▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣
◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇𝑀𝒾 𝓂𝓊𝓈𝒶◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇
▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣-▣

—¡Eso es porque eres mi musa, seis dedos! —declaró Bill, con una alegría y un entusiasmo deslumbrante—. Elijo a la mente más brillante de cada siglo para potenciarla e inspirarme ¡Y tú eres ese alguien, cerebrito!

Un joven Stanford Pines no hacía más que mirar con fascinación e intriga a la entidad sentada frente a él: radiante y con una clara aura de poder, era casi irreal estar sentado en su propia mente, tomando té y jugando ajedrez con una entidad cósmica ahora mismo. Pero, para Bill, era agradable al fin tener la oportunidad de reunirse nuevamente con esa versión joven y torpe de su seis dedos.

—¿La mente más brillante...? —Ford se atrevió a preguntar, encantado ante todos los halagos que la entidad le ofrecía. Bill entrecerró su ojo como si estuviera sonriendo, era un poco aterrador ver lo expresivo que era a pesar de solo contar con un ojo como único rasgo facial.

«No voy a permitir que tú te apartares de mi lado esta vez».

Bill rio estrepitosamente, tomando un sorbo de té a través de su ojo y moviendo una de las piezas de ajedrez en el tablero, para luego empezar a hablar: —¡Por supuesto! ¡Tú vas a cambiar el mundo, Stanford! Solo tienes que hacer los movimientos correctos en el momento y lugar correcto.

Con solo ver la reacción de Ford, Bill supo que muy pronto lo tendría comiendo de la palma de su mano, después de todo, Bill sabía que —en cualquier universo, realidad o línea de tiempo— Stanford siempre tendría una absurda debilidad por los cumplidos y palabras bonitas, solo tenía que mover mejor los hilos y sería completamente suyo.

Por otro lado, Ford, a pesar de sentirse maravillado con todo lo que la entidad le decía, no pudo evitar que sus manos sudaran por los nervios ante la sensación de que ya había vivido eso antes. Bill se preocupó un poco ante ese pensamiento por parte del humano y optó por endulzar un poco los oídos del humano.

 —Sabes... —Bill empezó a hablar, notándose más serio esta vez— Esto no debía ser así, se suponía que tú me invocarías mucho tiempo después de llegar a Gravity Falls, tal vez uno o dos años después, pero realmente no podía esperar para conocerte de nuevo...

Las palabras de Bill, cargadas de una nostalgia que parecía genuina, dejaron aún más intrigado a Stanford.

—¿De nuevo?

Bill se sobresaltó, soltando una risa forzadamente incómoda al darse cuenta que estaba hablando demás. Aún no era momento para ser sincero con Ford.

—Bueno... —intentó pensar rápido en una buena excusa, pero luego recordó que esta versión joven de Ford era lo suficientemente ingenuo como para creer cualquier cosa que le dijeran— eso es porque ya sé todo lo que debería saber sobre ti, seis dedos ¡Tú estabas destinado a la grandeza y eso es lo que llamó mi atención! Entre infinitas criaturas en este universo, entre millones de humanos en esta pequeña roca... tu mente brillante hizo que te eligiera.

Ford sonrió, evidentemente convencido de las palabras de Bill, y el demonio se sintió aliviado de lo tonto que era el humano.

Por más de una hora, ambos jugaron ajedrez y y se la pasaron hablando mientras bebían té como si fueran amigos de toda la vida; fue agradable para Bill revivir esos buenos tiempos, pero aún tenía muchos planes en mente que llevar a cabo y, al final, Stanford tomó su mano para sellar el trato.

△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽

Publicado: 06/09/2024

Actualizado: 11/10/2024

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

✶🄰🅁🅁🄴🄿🄴🄽🅃🄸🄼🄸🄴🄽🅃🄾✶ 【𝙱𝚒𝚕𝚕𝚏𝚘𝚛𝚍】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora