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El sonido lejano de la puerta al cerrarse quedó resonando en mi mente mientras el cansancio me arrastraba nuevamente hacia el sueño. Pero esta vez, la sensación era diferente. Había una calidez que se asentaba en mi pecho, una mezcla de gratitud y algo más profundo, un anhelo que no podía ignorar.

Mientras caía en el sueño, los recuerdos comenzaron a fluir, recuerdos de un pasado donde Camille y yo éramos inseparables, donde su risa era la banda sonora de mis días y su apoyo, la base de mi confianza. Pero junto a esos recuerdos también venían otros, aquellos que dolían, aquellos en los que sentía que le había fallado.

Reviví esos momentos, los silencios que se interpusieron entre nosotras cuando mi carrera despegó y Camille se fue quedando en un segundo plano. Recordé las veces que había elegido mi carrera sobre nuestra relación, pensando que habría tiempo para todo, que ella siempre estaría ahí. Pero me equivoqué. Y ahora, cada vez que la veía, su frialdad me recordaba lo que había perdido.

Sin embargo, esta noche había sido diferente. A pesar de su aparente indiferencia, había sentido ese vínculo que alguna vez compartimos. Los pequeños gestos, el cuidado con el que me había ayudado, su mirada cargada de una preocupación silenciosa, todo me indicaba que aún le importaba. Pero también me dolía pensar que, aunque aún le importaba, había una barrera entre nosotras que parecía imposible de romper.

El sueño me envolvía, pero una parte de mí permanecía consciente, procesando todo lo que había sucedido. Camille me conocía tan bien que no había necesitado que le dijera lo cansada que estaba, ni que le pidiera ayuda. Sabía cuándo necesitaba apoyo, cuándo me sentía abrumada, y eso me hacía sentir una mezcla de alegría y tristeza. Alegría, porque aún quedaba algo entre nosotras, y tristeza, porque sabía que era mi culpa que todo lo demás se hubiera desmoronado.

El tiempo que habíamos pasado juntas, las canciones que había escrito para ella, todo parecía ahora tan distante, casi como si perteneciera a otra vida. Y sin embargo, aquí estaba Camille, llevándome a la cama, asegurándose de que descansara bien, como si quisiera cuidar de mí incluso después de todo lo que había pasado.

El sonido del viento contra la ventana y la calidez de las mantas me envolvieron, y finalmente, me permití relajarme completamente. Camille aún estaba en mi vida, aunque fuera de esta manera tan distante. Pero si algo me había quedado claro esta noche era que ella aún conocía cada detalle de mí, incluso aquellos que había intentado ocultar, y por eso, su frialdad me dolía tanto.

Me pregunté si alguna vez podría reparar lo que había roto, si había una forma de volver a acercarnos, de recuperar esa conexión. No sabía si era posible, pero en el fondo de mi corazón, sabía que quería intentarlo.

Con esos pensamientos, finalmente me entregué al sueño profundo, dejando que la oscuridad me envolviera, pero con la esperanza de que el día siguiente trajera una nueva oportunidad, una pequeña chispa que pudiera reavivar lo que alguna vez tuvimos.

La luz matutina se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, anunciando el inicio de un nuevo día. Me desperté lentamente, aún sintiendo la calidez de las mantas y la extraña mezcla de emociones que la noche anterior había dejado en mí. Parpadeé, recordando vagamente los últimos momentos antes de quedarme dormida, y de inmediato, mi mente regresó a Camille. La forma en que había cuidado de mí, tan meticulosamente, me hizo sentir una oleada de algo que no lograba descifrar completamente, una combinación de gratitud, dolor, y un anhelo silencioso.

Me quedé en la cama unos minutos más, mirando al techo mientras intentaba organizar mis pensamientos. Había tantas cosas que quería decirle a Camille, pero el muro entre nosotras parecía impenetrable. Y sin embargo, había algo en su comportamiento la noche anterior, algo que me hacía pensar que tal vez no todo estaba perdido.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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DIME. -Taylor Swift- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora