── so long, Melbourne

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El clima caluroso de Melbourne no era algo que sorprendiera a Oscar

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El clima caluroso de Melbourne no era algo que sorprendiera a Oscar. Habiendo pasado su infancia en esa ciudad, ya estaba acostumbrado al típico clima.

Era su primera temporada como piloto de Formula 1, y no podía negar que le emocionaba esta carrera, más que nada porque podría ver a sus hermanas después de un tiempo alejado de ellas.

──¿Preparado?──preguntó su madre al estar frente a la puerta del que fue su hogar durante su niñez, la cual había tenido que dejar para seguir su sueño.

Al ver como su hijo asentía, Nicole abrió la puerta ──¡Ya llegamos!──anunció mientras entraban a la sala de estar

──Hola Osc! ── saludó Hattie abrazando a su hermano pequeño. ── Debo irme, Ali quería charlar conmigo, vuelvo por la tarde, ¿si? ── se despidió mientras salía por la puerta

── Bueno, tu habitación está intacta, así que, puedes dejar tus cosas ahí y luego iremos a recorrer la ciudad un poco, ¿de acuerdo?── a lo que el castaño se limitó a asentir mientras entraba a su antigua habitación

Los recuerdos de todo lo que había vivido en aquellas cuatro paredes. La gente con la qué interactuó en la infancia, los amigos que tenía, y todas las memorias llegaron a su mente.

Mientras el chico caminaba por su habitación, iba prestando atención a cada uno de los detalles que había en esta.

Habían bastantes cosas en cajas, pero también habían objetos fuera de estas o hasta encima de éstas mismas.

Al acercarse a una pila de empolvadas cajas, encontró algo que parecía ser un regalo envuelto.

De repente se preguntó cuanto tiempo debía de haberse quedado ahí, esperando a ser abierto. Sin más, el joven se decidió a abrirlo con toda la atención del mundo, observando a detalle las características del que era un libro.

Pero ese libro no parecía ser cualquier libro, este no tenía una cubierta y mucho menos un autor. Por lo cual, al adentrarse en las primeras páginas, pudo deducir que era un diario.

Las páginas que en algún momento fueron de un color crema claro, ahora parecían antiguas. Y la letra en cursiva delataba qué estaba escrito por alguien personalmente.

Aunque Oscar no parecía realmente recordar quien podría haberle dado aquel diario. Pero, al no tener la fuerza emocional para adentrarse a leer lo que cada página decía, nervioso a lo que se encontraría, recurrió a la hoja final.

En esta, lo único que encontró fue un pequeño dibujo que parecía ser de el mismo y una frase escrita en una letra bastante pequeña.

"Me gustaría reírme el resto de mi vida junto a ti"

Junto al pequeño mensaje, la identidad de la persona se encontraba enmascarada bajo un apodo que el mismo joven había creado años atrás.

──¿Campanita?── susurró Piastri por lo bajo, un tanto confundido.

──¡Oscar! Ven a cenar, por favor ──llamó su madre haciendo que el chico vuelva a dejar aquel diario sobre las cajas mientras se dirigía a la cocina, aún pensando en ese apodo que se le hacía tan conocido.

── Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?── el chico preguntó casi divagando

──Claro, ¿hay algo que necesites?──

──¿Sabes quien es campanita? Encontré algo que tenía ese nombre en la dedicatoria y no parezco acordarme quien es── la reacción de su madre había sido bastante...interesante para el chico, como si se le hubiera ofendido la pregunta

──¿No recuerdas quien es?¿Olvidaste a Alice? ── balbuceó su madre aún procesando lo que su hijo acababa de preguntar

Y de pronto, todas las piezas se unieron, ¿Cómo había sido tan despistado? Alice era su mejor amiga de la infancia y una de las mejores personas que había conocido.

El hecho de que nunca se contactó con ella invadió su cabeza, dejando así un sabor agridulce en su boca, sintiendo como el arrepentimiento y la culpa lo invadían

──¿Sabes, Osc? Ella nunca dejó de preguntar por ti, ya sea sobre las carreras o como te encontrabas. Creo que le dolía que no te comunicaras con ella── comentó su madre, buscando una pizca de nostalgia en el rostro de su hijo

──Me siento mal por olvidarla, ¿crees que me perdone?── El australiano esta empezando a reflexionar ese pequeño detalle. Ni siquiera el mismo se perdonaría por algo así.

──Bueno, si no lo intentas, nunca lo sabrás── Nicole, su mamá trató de animarlo ──Por el momento, ¿por que no examinas lo que encontraste?──

La tarde pasó rápidamente mientras Oscar se dedicaba a leer y releer cada página de la pequeña agenda. Era un idiota. Si antes no estaba seguro, ahora era muy notorio que lo estaba, era un completo idiota.

Al, después de reflexionar todo por una hora, reaccionar, corrió a la sala de estar en donde estaba seguro que encontraría a su hermana.

──¿Donde esta ella? Debo hablar con ella── el chico exclamó luciendo como un manojo de nervios ──Por favor Hattie, déjame hablar con ella──

──A esta hora debe estar en su casa, pero esta lloviendo, ¿no sería mejor que esperes a que sea mañana?──

──Ella ya me esperó lo suficiente y yo, yo soy el idiota que se acaba de dar cuenta── gritó el chico mientras corría a la dirección que recordaba de memoria

──¿Qué le pasa a ese chico? Realmente esta loco── dijo Nicole mientras veía como su hijo se iba

──Estaba enamorado, desde hace mucho, así parece. Solo que recién se da cuenta──

THE SECRET OF US | Oscar PiastriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora