La ordinaria vida de Sukuna (PAUSADA)

1- Universitarios (SukuIta omegaverse). Parte 2

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1- Universitarios (SukuIta omegaverse). Parte 2

El segundo error no tardó mucho más en llegar.

Remordimientos. Ese pesar que queda después de realizar lo que se considera una mala acción. Sorpresivamente, esa inquietud no hizo aparición por ningún lado de la cabeza de Yuji, a pesar de que él era una persona que sobrepensaba toda acción. Pero por alguna razón, su cabeza no se sentía mal, su cuerpo mucho menos.

—Joder... —suspiró al abrir la puerta de la ducha, necesitaba respirar algo más aparte del vapor.

Lo sabía, no iba a reconocerlo, pero aquel había sido el mejor orgasmo que había tenido en toda su corta vida. Todo por pensar en lo que no debía, por fantasear con su propio hermano. Y gracias a aquellas fantasías había descubierto lo mucho que añoraba su atención, su amabilidad, si es que alguna vez lo trató así. Pero antaño, en su infancia, recordaba a Sukuna jugar con él en el parque, un niño alegre y sociable, algo más pícaro que el propio Yuji pero sin maldad alguna. Todo lo contrario a la actualidad.

—Debería regresar —apuntó en voz alta.

Era cierto, el tiempo había pasado sin darse cuenta, a lo mejor Sukuna se preguntaba si se lo había tragado el váter, o seguramente se habría quedado dormido con algún vídeo de Tiktok en el teléfono hasta que se le hubiera bloqueado la pantalla. No era la primera vez que se asomaba a su habitación a desear las buenas noches y tenía que apagar la luz por descubrirlo de aquella manera, que de alguna forma le parecía hasta tierno.

Su rostro relajado, sin esa expresión de disgusto cada vez que chocaban miradas ambos hermanos. El cabello despeinado sobre la frente, algún hilo de baba cayendo hasta la almohada por el profundo sueño, los auriculares de diadema aún sobre sus orejas. Así se lo encontró cuando decidió salir del cuarto de baño. Una imagen, como poco, extraña. Yuji no supo cuánto añoraba el silencio hasta que caminó dentro de la habitación y pudo dejar sus cosas sin tener que mediar palabras, pues Sukuna parecía dormido.

La luz del techo se encontraba apagada, en su lugar estaba dada la lámpara de la mesita de noche, dejando el dormitorio semi en penumbra, un ambiente más cálido e íntimo. Y ahí Yuji se dió cuenta de un detalle importante, había una manta tirada sobre el suelo, justo al lado de la cama. Así que el desgraciado de su hermano había tenido la decencia de preparar un improvisado futón, si es que lo podía llamar así, para que al menos no durmiese sobre pura superficie fría y dura.

—Qué amable —ironizó.

Se acercó a su futura cama y también se dió cuenta de otro detalle, que la había sacado de una de sus maletas. Aunque el suelo parecía limpio a simple vista, desconocía la cantidad de polvo que podía haber pillado la tela de su amada manta. Maldijo en voz interna porque tendría que lavarla antes de usarla en su cama cuando llegase el invierno. Obviamente aquel cabrón que se hacía llamar su hermano no iba a tener el detalle de usar una propia ya que le había robado la cama.

No. Hacía tiempo que se había olvidado de su amabilidad. Ahora era casi como un desconocido, tan solo compartían físico y apellido.

Pero si seguía por ese hilo de pensamientos, volvería a cabrearse de nuevo y seguramente no pegaría ojo alguno. Debía evitar aquello a toda costa, pues al día siguiente era la presentación del nuevo curso en su facultad. Yuji era ya de por sí un manojo de nervios, nuevos profesores, nuevo temario, nuevos compañeros.

Él siempre había sido muy diligente y por suerte su padre lo apoyaba, pudiendo acceder a estudiar Biología, que era lo que más amaba en este mundo. Sukuna, por el contrario, había logrado entrar en la facultad de Informática, y en ningún momento mostró ni un atisbo de ilusión. Lo que había dentro de su cabeza era todo un misterio, oculto tras esa máscara de piedra que se negaba a retirar. Siempre frío y sin sentimientos.