Por: Álvaro Ruiz Rodilla
Editor de cultura en NEXOS
«Yehuda Amijái, el campo de las matanzas eternas»Esta serie de dos entregas presenta a dos poetas, uno israelí y otro palestino, enfrentados ante el espejo de la guerra para darnos a entender, con otros gestos, palabras y texturas, desde otras sencibilidades, la magnitud de la barbarie del conflicto desatado el 7 de octubre.
«Toda la noche escaló
el ejército desde Guidal
hasta arribar al campo de las matanzas eternas.
Sobre la tierra
yacian los cadáveres,
a lo largo y a lo ancho.
Yo quiero morirme en mi cama».(Yehuda Amijái)
Los hechos de la última semana en Oriente Próximo han revivido una guerra latente. Hamás perpetra atrocidades contra civiles indefensos y sacude un polvorín. Las imágenes ubicuas reviven en occidente el 13 de noviembre frances y el 11 de septiembre estadounidense. Reviven también la capacidad de barbarie de tantos otros momentos. Su evocación aún estremece desde las sombras; los numerosos pogromos rusos, la Shoah, Sabra y Shatila, por nombrar unos cuantos.
La venganza inicia ciclos de injusticia, violencia y rencor exponencial. Siembra odios perpétuos. La retaliación global después del 11 de septiembre debió enseñarnos lecciones claras y duraderas: la guerra de las potencias occidentales, justificada al amparo del derecho a la autodefensa, es la semilla más fértil para extremismos. Las repercusiones regionales del conflicto pueden extenderse al mundo.
Es lúcida la preocupación del historiador David Grosmann tras el "shabbat negro" y puede aplicarse para todos los civiles atrapados en el fuego cruzado: "¿qué seremos cuando resurjamos de nuestras cenizas y volvamos a nuestra existencia, (y) a partir de qué podremos empezar de nuevo después de esta catástrofe y de la pérdida de tantas cosas en las que creíamos, en las que confiabamos?".
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Hablemos de libros III
Non-FictionArtículos, ensayos, cuentos, poemas y pensamientos de los mejores escritores contemporáneos.