𝟎𝟎𝟎𝟐; 𝐧𝐨 𝐭𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢

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julieta |

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julieta |

Ni bien entré a mi casa mis tres hermanos vinieron corriendo a abrazarme. Lo intensos que son no se explica, estuve afuera de casa cinco horas nomás. Y atrás de ellos llegaron otros nenes que reconocí enseguida, ya que son los hijos de los compañeros de mi papá.

— Juli mira que mamá está re enojada con vos — me avisó Mateo

— ¿Julieta, sos vos? — y apareció la nombrada, pegando sus típicos gritos que te dejan medio sordo sino estás acostumbrado

— ¡Si, mamá! — dije también con un grito

Supongo que debe estar en la cocina o en el jardín, junto a mi papá y sus compañeros. Desde la semana pasada que me viene recordando de la cena que iban a preparar está noche, con la excusa de que todos los jugadores de la selección iban a estar acá, en Miami, porque tienen que empezar a entrenar para la Copa América 2024. 

¿Te imaginas que la ganamos otra vez? Bicampeones de América seríamos, además de los actuales campeones del mundo. Sería una locura, posta.

— ¿De qué te reís, Julieta? ¿Podés venir que te estoy llamando? — pidió mi mamá de mal humor, sacándome de mis pensamientos

— ¿No ves que tus hijos no me dejan avanzar? — dije señalando a mis hermanos, aún colgados de mis piernas

— Son tus hermanos, querida — remarcó — Chicos, vayan afuera

Y le hicieron caso. Todos los nenes salieron corriendo en la misma dirección por la que vinieron. No los culpo, mi mamá enojada da miedo.

Después de resoplar y poner los ojos en blanco, avance de manera desganada hasta la cocina dónde me esperaba mamá. Ya sé lo que se me viene.

— ¿No era que ibas a merendar vos? — dijo en forma de reclamo

— Y merende, ma — asentí — Pero después nos cruzamos a Tomi y nos pidió si podíamos acompañarlo al shopping a comprarse ropa

— Supongo que no te habrás subido a ningún auto o moto, ¿no? — dijo con las cejas alzadas, de forma acusatoria — Ya te dije que no quiero que te subas al auto de ninguno de tus amiguitos por un largo tiempo

— No ma, fuimos en el auto de Cami — resoplé

Y no mentía. Fui a merendar con mi amiga Camille, como le había dicho. Pero Tom, otro amigo, mandó por el grupo a ver si lo acompañábamos al shopping. A mamá le dije que lo cruzamos porque sino va a joder con que tendría que haberme negado por la cena de hoy. Aunque tampoco es que sea tan tarde, son las nueve y media recién. Y es sábado.

— ¿Y te olvidaste que hoy venían los compañeros de tu papá a cenar? — siguió

Dios, la conozco como si yo la hubiera parido a ella, en vez de ella a mí.

𝐚 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚 ; Lisandro Martinez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora