En el tranquilo y apartado pueblo de Castle Falls, la vida transcurría sin sobresaltos, rodeada por imponentes montañas y un espeso bosque que lo mantenía aislado del resto del mundo. Los habitantes vivían en una aparente calma, donde nunca pasaba n...
Sé de lo que hablo al contar esta historia, tan cierta como mi misma existencia.
Para algunos, los acontecimientos que narraré serán un recuerdo de pena y dolor; para otros, lo revivirán como la gran victoria del triunfo de una de las razas más poderosas, pero a la vez más enigmáticas de todos los tiempos. Y, por supuesto, estoy hablando de vampiros y hombres lobo.
Durante siglos, estas dos especies fueron enemigos acérrimos, enfrentándose en batallas épicas bajo la luz de la luna llena. Sin embargo, llegó un momento en que ambas razas, agotadas por la interminable guerra, se vieron obligadas a pactar un acuerdo de sangre.
A medianoche, en un claro del bosque iluminado por la pálida luz lunar, sellaron un pacto sagrado: ninguno de los dos podría dañar a nadie de la especie contraria, una bruja como testigo aprobo el encantamiento para que ambos se vieran obligado a cumplirlo.
Toda esa paz se creó gracias a una bruja, una bruja de sangre de Salem, que se creía extinta. Entre las cenizas de unas inofensivas mujeres y el enorme paso del tiempo, emergió como el fénix, resplandeciente y poderosa. Con su magia ancestral, consiguió lo que durante años se había visto como imposible: unir a dos razas enemistadas en un frágil pero esperanzador acuerdo de paz.
El bosque susurraba historias de su poder, y las estrellas parecían brillar con más intensidad en su presencia. Pero, como bien sabemos, la paz no dura eternamente. Las sombras del pasado y los rencores antiguos acechan, esperando el momento oportuno para romper el delicado equilibrio que había logrado establecer.
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