Título provisional: *El Nuevo Portador: El Despertar de Goku*
Después del épico desenlace del Torneo de la Fuerza, Goku ha vuelto a la vida cotidiana, trabajando aburrido en su tractor mientras sueña con la emoción de los combates y el entrenamiento...
El sol de la tarde bañaba los campos de la Montaña Paoz en un dorado resplandor, mientras el rugido de un viejo tractor rompía la tranquilidad del lugar. Goku, sentado al volante, conducía lentamente a través de las plantaciones. Su cuerpo estaba allí, pero su mente divagaba en recuerdos de batallas recientes, enfrentamientos épicos que desafiaban los límites de su poder. Había pasado ya un tiempo desde el Torneo de la Fuerza, y la rutina de trabajar en la granja comenzaba a sofocar su espíritu guerrero.
"Ugh, ¡esto es tan aburrido!" pensó, inclinando la cabeza hacia atrás mientras el tractor seguía su camino. "Quiero entrenar... quiero luchar otra vez."
Los recuerdos del Torneo se repetían en su mente, especialmente la sensación de emoción que había sentido al enfrentarse a los oponentes más fuertes de múltiples universos. ¿Cómo había terminado volviendo a una vida tan... normal? Goku dejó escapar un suspiro pesado. Su energía latía por dentro, como un volcán dormido, esperando explotar en combate. Sin embargo, aquí estaba, en un tractor, arando campos.
El sonido monótono del motor y el crujido de la tierra bajo las ruedas eran insoportables. El guerrero cerró los ojos por un momento, tratando de calmarse, pero una oleada de frustración lo invadió.
-¡No puedo más! -gritó con todas sus fuerzas, alzando la vista al cielo despejado- ¡Necesito entrenar, necesito una pelea! ¡Cualquier cosa, lo que sea!
El eco de su voz resonó entre las montañas. En ese instante, el viento pareció detenerse, el mundo quedó en silencio. Goku frunció el ceño, desconcertado. El sonido del tractor desapareció, y cuando abrió los ojos, ya no estaba en la granja.
La oscuridad lo envolvía por completo.
-¿Eh? ¿Qué está pasando? -Goku miró a su alrededor, su instinto le decía que estaba en un lugar completamente desconocido. El aire estaba frío, pesado, como si lo aplastara lentamente.
De repente, dos enormes pantallas flotantes aparecieron delante de él.
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iluminando su rostro con un brillo frío y opresivo. En ambas, brillaba un mensaje inquietante:
