El precio de la libertad.

Prólogo. El prisionero.

''¿Que debo hacer? Es su hijo pero... me repugna. ¿Estoy haciendo lo correcto?''

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Fue hace años, en el prospero reino de Lonabada el rey buscaba casar a su hija. La reina falleció cuando ella dio parto a su hija. Según sé cuenta ni el mago más hábil pudiera haberla salvado, ni el medico más hábil pudiera haberla curado, ni el cura más puro habría sido capaz de alargar su vida. Pues la princesa nació con tal bendición que eso opaco el brillo de su madre. La princesa nació con una luz propia, alegraba la vista del que la viera. Sé dice que enamoro a mil y un hombres, los únicos que no sé vieron afectados ante tal belleza fue su propio padre y los 21 protectores del reino. 

La princesa a pesar de tener todo lo que uno podría haber soñado, ella tenía una tristeza infinita. Pues sabía que ella jamás sería capaz de tener algo que no sé puede comprar, amor verdadero. Todos la amaban por su belleza, posición jerárquica y oportunidad de compartir soberanía junto a ella. Escondía esa tristeza y nadie sé daba cuenta de ello, ni siquiera su propio padre pues el estaba enfocado en expandir su territorio, al estar tan ocupado con sus propios planes no pudo darse cuenta del dilema con su hija. 

Pero claro, en un mundo tan basto e interesante uno nunca tiene nada garantizado.

Los 21 protectores del reino fueron en una misión para devolver al reino un objeto mágico de gran valor. El rumor sé propago a gran velocidad y la actividad criminal en el reino aumento de forma considerable, sin embargo el rey tenía aún un gran arsenal de soldados y magos capaces así que no fue problema para ellos detener a cualquier criminal. ¿Pero porque todo esto es importante?

La joven princesa de 18 años sé encontraba en el balcón de su alcoba. Por ahora ella había evadido el asunto de casarse, pero los consejeros del rey tenían conversaciones con ella a diario. Puesto que su padre estaba lejos, los 21 protectores del reino desperdigados sin fecha de vuelta ellos trataban de persuadirla, pero ella era terca. Últimamente ella pensaba en rendirse, pero mientras estaba en aquel balcón ella escucho un ruido provenir de su alcoba. Ese ruido la preocupo. Fue rápidamente hacía dentro pero no parecía haber nada fuera de lugar, salvo que la puerta estaba... sospechosamente abierta. Ella miro hacía fuera pero parecía que el soldado que sé suponía que vigilaba su cuarto estaba durmiendo, la joven princesa suspiro decepcionada por la poca profesionalidad. Noto algo detrás de ella, sé giro pero ya era demasiado tarde.

''-¿Agh? ¿Qué?'' 

Eso fue lo único que pudo escuchar la joven princesa, antes de ver a un joven hombre detener su brazo y llevarse una mano a la cara. El daba pasos hacía atrás como si estuviera aturdido. La joven princesa no sabía exactamente como reaccionar, en su vida fue atacada antes. No sabía si gritar o tratar de huir, ella estaba más bien en shock.

''-Ya veo... son ciertos los rumores, casi caigo en tu maldición de amor.''

El hombre comenzó a reír mientras llevaba una mano a la cabeza. La princesa sé sorprendió ante las palabras del joven. (¿Maldición de amor? ¿A que sé refiere?) Pero ella mantenía distancia, aunque tenía curiosidad no podía fiarse de ese chico.

''-¡¿Quien eres?! ¡Acaso sabes que estás tratando con la princesa del reino de–!''

La princesa grito pero el chico corrió hacía ella y le tapo la boca con la mano.

''-Si, si, si, sé que eres la princesa pero por favor no grites, no vengo para robar ni nada por el estilo. Solo estoy aquí porque está es la torre más alta del reino. Tenía pensado escalarla desde el exterior pero ufff, hay demasiado arqueros.''