Prólogo

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La música era tan fuerte que rebotaba de pared en pared y de persona en persona, la gente estaba alocada, el alcohol adulterado, las drogas y todas las sustancias alucinogenas que se pudieran imaginar pasaban de mano en mano y de boca en boca

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La música era tan fuerte que rebotaba de pared en pared y de persona en persona, la gente estaba alocada, el alcohol adulterado, las drogas y todas las sustancias alucinogenas que se pudieran imaginar pasaban de mano en mano y de boca en boca. Las luces fuertes y los gritos intensos solo subían el éxtasis entre jóvenes que jugaban a ser malos.

—Nunca me has contando nada de ti Michael—Elizabeth se balanceaba sobre el regazo de su compañero moviendo sus caderas al compás de la canción que sonaba de fondo.

El humo del cigarrillo de Michael paso a la boca de ella en un beso candente mientras este acariciaba su cintura sin discreción y le mordía los labios.

—¿A caso es importa, Eli?—inquirió el con una expresión de fastidio y bajándola de sus piernas—. No necesitas saber nada de mi pasado, tampoco necesito saber nada del tuyo, solo aprendamos de nuestro presente y veamos que nos espera en el futuro...

Con algo de molestia ella asintió y tomo un trago de la bebida de Michael, se levantó tomando su chaqueta y sin decir una sola palabra camino lejos del chico ignorando sus reclamos.

El frío de la noche era abrumante cuando no llevabas más que una falda corta y un escote prominente, por suerte Elizabeth cargaba en su mochila una sudadera unas dos veces más grande que su talla, pero que la abrigada hasta el hueso; acomodo la prenda y subió en su bicicleta sin antes ponerse los auriculares que le hacían olvidar la crueldad del mundo, tal vez el hecho de que Michael no le dijera ni su apellido le hacia sentir como si conviviera con un desconocido al que conocía mucho.

Lo único que sabía era suponer que su edad era mayor a la de ella.

—Imbécil...—espeto pedaleando a toda velocidad, parecía que los efectos del alcohol se habían esfumado como la euforia que sentía entre los brazos de él.

Con todas sus fuerzas se movía entre las oscuras calles de la pequeña cuidad donde vivía, iba sumergida en sus pensamientos que cuando no se lo esperaba el conductor de un auto tocó la bocina e hizo una maniobra para no atropellarla por lo que ella manejo la cicla hacia el lado contrario callando en le húmedo pasto de un establecimiento abandonado.

Se levantó luego de unos minutos de procesarlo y se encontró un lugar iluminado por la luz de la luna, era tan poca la iluminación que costaba ver más allá de lo que se tenía cerca, un escalofriante lugar; curiosa y llevada por los los efectos de las drogas y el alcohol sonrió caminando tambaleante, quería explorar tal como lo hacía cuando encontraba un lugar nuevo, tal vez no recordaba que ya había explorado este lugar, o tal vez nunca lo había echo y quería investigarlo.

Al entrar el mayor ruido era el sonido del silencio, juraba escuchar el latir de su corazón y el rugir de su estómago. Con la respiración entrecortada camino buscando un interruptor y deseando que el lugar tuviera electricidad, cuando logro identificar la caja eléctrica subió la palanca y el salón fue iluminado con luces bajas.

—Freddy Fazbear's Pizza...—leyó el letrero qué había sobre el escenario y comenzó a caminar tomando fotos de lo que más le llamaba la atención.

Por un largo tiempo exploro cada lugar de la antigua pizzeria, había leído una vez sobre el asesinato de los niños y como nunca se encontró a un culpable, ese dato le llenaba de escalofríos, también sabía que la mayor atracción que había tenido ese lugar fueron los animatronicos, cuando la pizzeria cerró, ella no había nacido.

—Bonnie, Chica, Freddy y Foxy—dijo tocando con las yemas de sus dedos los posters del lugar.

Siguió caminando en silencio mientras trataba de no tropezar con los escombros y evitando chocar con las telarañas, tomó una vara de metal y comenzó a utilizarla como bastón. Una puerta a lo lejos vio, entre-abierta y oscura.

"Partes y servicios"

Camino hasta allí con un espíritu aventurero que la guiaba a descubrir más de lo que podía llegar a entender y con lentitud abrió la puerta oxidada, entro con cuidado viendo lo poco que la luz de afuera le permitía y de un sobresalto agarro su pecho al ver la figura de un conejo en el rincón de la habitación sentado y con un olor putrefacto qué le provocó una mueca; camino hasta allí y de cuclillas lo admiro. Poseía un color manchado entre verde y amarillo y en algunas partes se lograban ver cables y piezas de metal qué lo hacían humanoide.

—Pensé que solo habían cuatro animatronicos, y tú no te pareces tanto a Bonnie...—dijo ella tocándolo con admiración—¿Quién eres?

Poso su mano en la cara del conejo y sus ojos se abrieron abruptamente mostrando un brillo verde que le hizo pegar un salto hacia atrás del temor, el muñeco comenzó a moverse extendiendo sus manos tratando de agarrarla y ella paralizada por el miedo logro tomar un impulso de levantarse y salir corriendo mientras oía las pisadas y gritos extraños que soltaba el muñeco. Por el rabillo de su ojo logro ver como este conejo la perseguía, y abriendo y cerrando puertas trataba de escapar a toda velocidad.

Estaba muy cerca, muy, muy cerca. Con el corazón en la garganta abrió la última puerta exhausta y vio una piscina de pelotas en la esquina derecha del cuarto, sin dudarlo ni un solo segundo se metió allí cubriendose con las pelotas y aguantando la respiración.

El conejo entro luego de unos segundos y comenzó a buscarla con impaciencia, gruñía y su cuerpo robotico se oía oxidado por cada paso que daba. Los minutos fueron eternos para que este demonio saliera de la habitación desesperado, regalandole asi un suspiro de aliento a Elizabeth, quien aun con miedo dudo en salir de las pelotas.

Con algo de duda salio de allí y cok expresión aterrorizada y confundida observó un lugar renovado, con luces de colores y niños gritando a su alrededor. Aun dentro de su escondite pero con la cabeza asomada no sabía que hacer, el lugar al cual había entrado no era ni la mitad de lo que era este.

—La piscina de pelotas solo es para los niños, señorita—una voz gruesa y masculina la saco de sus pensamientos.

—La piscina de pelotas solo es para los niños, señorita—una voz gruesa y masculina la saco de sus pensamientos

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Rᴇᴄᴏʀᴅᴀɴᴅᴏ ᴇʟ ғᴜᴛᴜʀᴏ~William AftonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora