Capítulo X

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Salí de la tienda con Jungkook, nuestras risas ahogadas por los cubrebocas que ocultaban gran parte de nuestros rostros, como si eso pudiera ocultar la emoción que brillaba en ellos. Y vestidos completamente de negro. Sabía que no deberíamos estar allí, solos y sin seguridad; el docureality estaba causando un gran revuelo, y nuestra presencia en público sin protección era un riesgo. Sin embargo, necesitaba esto: un momento de libertad, lejos de las cámaras y la presión constante que nos rodeaba.

—¿Y qué más te gustaría hacer una vez termine el programa? —preguntó Jungkook, sus dedos rozando el dorso de mi mano.

Un suspiro se escapó de mis labios.

—Volver a mi nido —Mis hombros se hundieron—. Supongo que mi aroma ya debe haberse esfumado.

Un nido con olor a naturaleza y vainilla, murmuró, casi saboreando el pensamiento, mi lobo.

—Me gustaría conocer tu nido —soltó el alfa y casi tropecé con una inexistente grieta.

—Y a ti, ¿qué te gustaría hacer?

—Salir a pasear contigo —contestó sin titubear, y mis dientes apretaron con fuerza mi labio inferior. Quería... lo mismo—. Sin cámaras ni nadie más siguiéndonos. Tal como ahora.

También quería eso.

Mi vida siempre ha estado bajo el escrutinio de otros, desde mis fans hasta mis compañeros de trabajo. Pero en este instante, caminando junto a Jungkook por una calle vacía, sentí algo que rara vez experimentaba: libertad.

Aún no había hablado con Yoongi sobre lo sucedido con Hoseok ayer, y mucho menos le había contado que me había besado con Jungkook. Y no solo una vez. ¿Cuántos habían sido ya? Estaba perdiendo la cuenta. Una parte de mí quería guardar esa información como un tesoro, algo solo mío en un mundo donde muy poco me pertenecía realmente. Todo lo que hacía, cada movimiento, cada palabra, era diseccionado y analizado. Por eso deseaba que lo que fuera que estuviera surgiendo entre Jungkook y yo fuera... solo nuestro.

Mientras caminábamos, sentí cómo los dedos de Jungkook entrelazarse con los míos, y mi lobo interior se agitó con la sensación de su piel contra la mía. Estaba seguro de que mis mejillas debían estar llenas de color. Todo en él era más grande y fuerte que yo, y esa sensación de protección que me brindaba era embriagadora. A su lado, me sentía pequeño y verdaderamente seguro, como si nada pudiera dañarme estando junto a él.

—Lo sabía —Jungkook, con su característica sonrisa traviesa, tiró suavemente de mi mano—. Ya pusieron el arco.

Mis pasos fueron torpes, por segunda vez en la noche, intentando seguir sus largas piernas que se movían hacia el arco de flores en medio de la calle.

—¡Mis piernas son más cortas!

No aparté la vista de él ni un segundo, observando cómo sus ojos brillaban con una intensidad que me desarmaba. Hizo que nos detuviéramos frente al arco, y se bajó el cubrebocas con una mano, revelando una amplia sonrisa que dejaba ver sus blanquecinos dientes, y sin previo aviso, me tomó del rostro, haciendo que mi respiración se acelerara.

—Cierra los ojos, Min —me pidió en un susurro, y yo, incapaz de negarme, obedecí.

Mi corazón latía con fuerza mientras sentía cómo su nariz rozaba la mía antes de que nuestros labios se encontraran. El beso fue suave, tierno, y sentí ese ya familiar burbujeo en mi estómago; una sensación que solo Jungkook lograba despertar en mí. Mis dedos se aferraron a su chaqueta. Quería que ese momento durara para siempre, guardar esa sensación en mi memoria y revivirla una y otra vez.

—No te vayas cuando esto termine —Su voz fue baja y vibró por todo mi cuerpo, como si fuera parte de mí.

—No planeaba hacerlo.

We're... ¿married? 𖹭 ᵏᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora